LA NIEBLA

Se diría, viendo El castillo dibujarse y esfumarse a través de la niebla, que estoy viendo a una de aquellos trágicos reyes del Medioveo, prisionero en una cárcel de luz y de silencio.
La niebla, que borra los contornos de las cosas, permite al ojo abandonarse a su mejor destino, que es el de bolero: ver lo que pudo haber sido y no fue. Por eso es tan bella: porque amplifica la realidad a base de negarla. También el ojo engaña, de otro modo: con la costumbre de la certeza, tan vana porque el cielo que vemos en los días más claros ni es cielo ni es azul. Me gusta que la niebla se instale unos días y luego retorne a su lugar de origen.
Mientras, esta niebla evoca príncipes helados por las calles del barrio antañón.

Que tengan una feliz noche todos ustedes.

Hetaira, encendiendo su comunicación emotiva.

2/1/2005

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