EL JUEVES CENÉ EN CASA DE UN FANTASMA
De manera insospechada una cena en casa de una amiga se convirtió en una sorpresa interesante. No me quejo de la cena, excelente, ni del ambiente.Pero imaginad la casa, 14 amigos en una casa del siglo XVIII, 3 plantas más sótano y buhardilla (que antes fue palomar), brasero en el descansillo de entrada, de aquellos que usaban las abuelas, campanilla de llamada con una gárgola adornando el conjunto. La mesa estaba puesta en lo que fue palomar, ahora un cuarto lleno de plantas, por encima de los tejados del casco viejo de mi pueblo, allí al alcance de un par de saltos por los tejados la torre restaurada de una iglesia fortaleza del s. XII, un poco más allá la torre desmochada de otra, sobre ella la mole imponente de un monte que fue castillo.
Lo mejor fue el paseo previo por la casa, la curiosidad de descubrir que había en ella dos cuartos ocultos, sin acceso aparente, más que a través de trampillas disimuladas en el piso superior o inferior. Me enteré que la familia de mi amiga había comprado la casa a dos hermanos, uno de ellos llamado Atilano, un personaje siempre elegante que llevaba con orgullo su ojo de cristal.
Parece que a este le gustaba tanto la casa que se quedó a vivir en ella... después de muerto, así que la casa de mi amiga tiene desde hace un siglo un inquilino especial. Se llama Atilano, hoy es un fantasma de desvaído pasado y traviesa contemporaneidad.
Tanta gente allí le debió intimidar un poco y se escondió en uno de esos cuartos sin acceso que él controla. Pero yo soy tenaz y volví anoche, más tranquilo a charlar con él. Los fantasmas ya se sabe que tienen un caracter especial, así que empecé pidiéndole permiso para entrar en su habitación condenada, como no respondió, coloqué la escalera de mano y trepé por el angosto agujero hasta su habitación, allí estaba... supongo, por que no se dejó ver. Me quedé con las ganas, pero sé que estaba, por que me echó un ojo;preguntaréis que como lo sé, es fácil, cuando sale de la nada un ojo de crisital volando que te viene hacia ti, es que te han echado un ojo, lo pasé a mi alrededor para que me mirase bien y le devolví el ojo de igual manera, lanzándolo al vacío hasta que desapareció en el aire.
Atilano me contó su historia, como llevaba un siglo paseando por las viejas calles y asomándose en secreto a muchas ventanas (un pícaro este Atilano), parece que podía salir de la casa a voluntad, incluso subir hasta las ruinas del castillo, donde me contó que vivían varios congéneres. (me prometió que me los presentaría alguna noche sin luna).
Estuve un rato charlando, hasta que llegó la hora de ir a bailar, me hizo reir con su historia, tiene buen humor Atilano, claro que un humor... especial. Pero no se dedica a asustar, cuando está visible me dijo que suele adoptar cualquier forma, tan pronto es el abuelete simpático que dice un piropo a las chicas al pasar, como el turista con chancletas que pasea con cara de guiri total.
Me despedí educadamente, era ya hora de bailar, prometío volver otro día y escribir sus historias que sonaban divertidas cuando él me las contó. Me fui contento, tenía un nuevo amigo, un fantasma que cuendo te echa un ojo... es literal... y de cristal.
Suenan las campanas, es mediodía, hora pasada de despertar, no bailaré tanto, pierdo la noción del tiempo y me parece que fui a una casa a la que no fui, que hablé con un fantasma al que no vi y... anda¡¡ que hará en mi bolsillo este ojo de cristal?
0 comentarios