PRIMERA NOCHE
Él hablo con dulzura a Sherezade:
"Eres la fantasía real de mis inquietos pensamientos,
robaste mis noches y te has apropiado de mis días,
enloqueces mis propósitos y lames mis heridas.
Eres mi amante porque yo deseo que lo seas
y ardo en deseos de acariciar tu figura,.
tu cuerpo y tu alma... todo lo tuyo,
para que siempre seas mía.
Quiero hacerte disfrutar lo indecible Sherezade,
pero para que yo no despierte de este ilusión deberás
seguir con tus relatos cada noche".
Y así fue como el califa Hasim permaneció dormido dentro de los sueños que Sherezade fue inventando para él mientras en ellos incluía siempre el mensaje de su amor por él y su esperanza...
de que no le diera muerte nunca en sus noches de amor.
...Un día, Hasim, conocí a un mercader que vendía las más preciosas telas de Damasco, sus hilos iban entrelazados con piedras preciosas y sus costuras llevaban solo hilo de oro que se reflejaba a través de sus transparencias. Mi padre quiso regalarme unos metros de seda y brocado para que me confeccionara un vestido y fuimos con dos sirvientes al lugar donde el mercader había acampado no lejos de las puertas de la ciudad.
El mercader al verme dijo que solo una tela de las que poseía podía engalanarme y darle un brillo especial a mis ojo, que parecía confeccionada exclusivamente para mí.
Cuando la sacó de un gran arcón quedé extasiada ante la visión de aquella suavidad que brillaba en la semi oscuridad de la gran tienda, había algo especial en aquella tela que coloqué sobre mi cuerpo para que mi padre viera el efecto y aprobara la elección.
El mercader era un ser extraño y misterioso por las palabras que me dijo y que voy a contarte con aproximación. Dijo que algunas telas tienen alma y al tocar tu piel te transmiten sensaciones especiales. Era verdad que al notar aquellas dos telas sobre mi piel yo sentía que una sensación feliz y desconocida me invadía. El mercader debió notar algo en mi cara porque me preguntó si me sentía distinta, me invitó a que dejara fluir las palabras que salieran de mis labios mientras acariciaba la tela y sin sabe cómo ni porqué mis labios pronunciaron lo siguiente:
Te he aprendido a querer como el torrente impetuoso de lo impreciso e incomprendido al principio, con la lentitud de lo que se descubre gota a gota mojando el corazón y el alma después, con la entrega segura del tesoro que se ha pegado al corazón y al cuerpo tatuando tu nombre en mis labios al pronunciarlo, impregnando de amor cada nuevo día cerca de ti, cada palabra que tu me dedicas, cada letra que me regalas, el recuerdo de cada vez que hicimos el amor y de esa forma peculiar de enronquecerse tu voz y hacerse queda en tus deseos.
No tengo ninguna duda de que te amo.
Hasta ahora, mi señor Hasim, no he comprendido lo que significaban.
Estaba feliz de que mi padre me aprobara la compra pero de repente vi una sombra a través de la gruesa lona de la tienda y un escalofrío de temor desconocido me invadió. Fue al salir de la tienda que...
pero eso, mi señor, te lo contaré mañana mientras mojo de té unos dátiles y te los ofrezco antes de que el sueño te venza.
Sherezade
2/2/2009
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