EL MORBO DE LO PROHIBIDO...

Lejos de las acepciones que nos ofrece el diccionario de nuestra gloriosa RAE, coincidirán conmigo que el morbo, coloquialmente al menos, ha dejado de entenderse como algo enfermizo a favor de una más aseada atracción por lo prohibido, por todo aquello que presumiblemente no está a nuestro alcance.

Y parece evidente que cuando lo llevamos al ámbito de lo sexual nos sumergimos en el insondable terreno de la imaginación y el morbo se traduce en la posibilidad de llevar a la práctica aquellas fantasías que particularmente nos excitan. Conste que en muchas ocasiones, bastantes, se trata de ideas y pensamientos que no trascienden a la realidad, pero que en cualquier caso estimulan nuestro deseo sexual.

Para un servidor, como para el resto de los humanos masculinos, heterosexuales claro está, siempre ha destacado en el "top ten" del morbo sexual la bisoñez de mi partenaire, por encima incluso de los favores sexuales de una gurú del gozo y el placer sexual.

Aún recuerdo como si fuera ayer la turbación de Lourditas, mi primer amor, aún inexperta, al notar la turgencia y el calor del miembro cuando tomé su mano y la coloqué sobre la bragueta del pantalón. Fue en un antiguo cine de verano, de ésos que disfrutábamos al aire libre, estábamos rodeados de gente y recuerdo que los pensamientos generados en los momentos de indecisión previos me produjeron tales sensaciones que bastó una respuesta positiva de su mano, una suave presión, para que se produjera la explosión de placer más sublime.

Treinta años después, he de reconocer que son varias las situaciones cuasi prohibidas que me producen morbo...

El Zocato, consagrado a la complacencia.

21/8/2007

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