GRACIAS DUNE, POR DEJARTE GANAR
Ayer visité una página de juegos en Internet llamada Ludoteka. Quedé maravillado de lo bien hecha que está y la cantidad de juegos que tienen: ajedrez, damas, tute, escoba, pocha, mus, parchís... Siguiendo las instrucciones accedí a una de las salas de parchís en donde se hallaba en espera de jugar una tal Pilar39. A la derecha del tablero virtual, hay un espacio por el que te puedes comunicar con los otros jugadores; una especie de chat.
-- Hola Pilar39. –Escribí – Espero que no me comas la ficha.
--Todas las que pueda. –Fue su respuesta.
Al momento entraron dos jugadores que faltaban para completar la partida, por lo que dio comienzo la misma. A juzgar por los nicks era yo el único varón de la partida.
La primera ficha (en ésta no hace falta que te salga un cinco), a las pocas tiradas de dados me la comió Pilar39, la muy jodía se contó veinte y yo “para casita”. Al cabo de unas cuantas me sale un cinco y saco ficha, pero inútil, la otra supuesta jugadora, una tal Aurora, me come esa ficha, yo otra vez “casita” tranquilamente y ella se cuenta veinte.
--¡Jolín Pilar39 –la escribí en el chat. --¡Anda rica! Deja ya de comerme la ficha.
--¡De eso nada, monada! –me dijo la muy descarada. –Pues no soy yo nadie comiendo fichas.
-- Ya veo ya, pero como sigas así me vas a dejar sin ella.
Esto se repetía constantemente, ficha que sacaba, ficha que me comían. Me la comían Pilar39, Aurora y no recuerdo el nombre de la otra, el caso es, que, cuando Pilar39 se metía las cuatro fichas del juego en su destino final, mis cuatro fichas seguían las pobres tristes y comidas en su “casita” o muy cerquita de ella.
Esta ha sido la primera vez que de mayor he jugado al parchís, y me propuse a mí mismo no volver a jugar con mujeres. Había llegado a la conclusión, que a las mujeres es imposible comerles la ficha.
¡Pero qué va!. Hoy se lo comenté a una dama con quien conversaba en el chat sobre la futura boda de SAR el Príncipe, a Dune (ese era su nick), quien aceptó gustosa trasladarse a semejante lugar para dejarme ganar la partida y alimentar mi autoestima, aunque la verdad es que el novato lo seguía siendo yo.
Duina (creo recordar que así se renombró), me procuró momentos de diversión, su agilidad mental, frescura y esa pizca de locura que denota le caracteriza, me hizo pasar un buen rato correteando buscándola de sala en sala, y consiguió dejarme con la boca abierta cuando la localicé machacando a los contrarios en una partida de mus a 8 reyes. Envido 2 –decía la fenómena-. y la destreza de sus descartes, lances y apuestas le hacía ir amontonando amarrecos al lado de su mesa.
Me salí de la sala alucinado y así se lo hice saber. Espero hacer hueco algún día y aprender a manejar ese tablero de mus para compartir tapete con ella.
Gracias Dune.
Cribweb
12/11/2003
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