NIGROMANTE

Trémulos acantilados ásperamente rompen espejismos con golpes de aguijones fabricados donde no anidan las presencias. Intento en vano florecer de nuevo, en un camino y junto a un árbol, que, me arroja impune los deseos y que enmaraña entre sus ramas mis súplicas ardientes para que se revele, nuevamente, amor.

Hay una bandeja que vuela sin posarse sobre mis noches desazonadas. Desvelado de estrellas, de auroras, de reclamos, de encuentros, me arranco hacia mí mismo en un cuarto de espesas cortinas y habito, cómplice, de la noche; de la más oscura noche.

Me traslucen las opacidades, allá, donde mueren mis súplicas
y me arrodillo para rogar en un altas de cirios agonizantes. No encuentro a nadie que comparta conmigo la entrada a un portal dónde habite la pasión, dónde llegue el contornear de unos labios, de otros labios que batan mi piel para que no amarillee, o envejezca.

Áspero, áspero y con un vacío insondable me abandono por un mundo que jamás quise alcanzar, sin pórticos, sin locuras, sin anhelos. Un mundo con un solo grabado del nunca vivir en las mansiones que no hienden cicatrices, solo simulan gloria.

Así, hoy, desde la tierra Asturiana, les saludo a todos Ustedes, Señores y Señoras.

Xándalu

10/3/2006

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