AMARSE VÍVIDAMENTE

Decía Saint-Exupery, el del Principito, que "amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección". O ese otro cuento Sioux que explica el amor como un vuelo juntos, pero no atados.

Es ésta una reflexión con la que comulgo, tanto por la sencillez de la expresión como por el alcance de su significado.

Mirarse como lelos diciéndose "cariño, te quiero" es la expresión de la ñoñez más insípida y un fraude a la vida. Es como practicar la endogamia pasional, relatándose cuentos de niños con la mirada

A mi entender, el amor adulto es comportarse como el androceo y gineceo de la flor. Todas sus partes forman un todo holístico, vivo y con contrastes de color. Cada parte tiene su propia capacidad de generar interés en el otro y epatan generosa y vívidamente el uno en el otro y viceversa. Totalmente complementarios, exactamente necesarios el uno para el otro, para seguir procreando nuevas perspectivas hacia donde dirigir el vuelo, por seguir generando nuevas expectativas. La acción conjunta, no necesariamente de forma deliberada, está creando constantemente sorpresas que ambos reciben con la ilusión que ha de alimentar nuevas ilusiones. Y eso lo consigue el desenfado, la falta de pudor, el desinterés por las apariencias y las ganas por seguir viviendo. Eso, vivir sin marcos que delimiten las conciencias, sin anclajes al pasado y sin puntos de referencia en el futuro, en pura omisión a la norma social.

Y amarse es pasión, desenfreno, fervor. Conformar juntos lúdicas experiencias en donde se dé protagonismo al espíritu y al cuerpo. Y que estos, ambos, queden saciados cada vez que se encuentran. De ser así, la vida se comprometerá a ser una clara y expresiva narración de la felicidad.

Que tengan todos ustedes una feliz noche de Reyes.

Oscar Lois.

5/1/2008

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