Blogia
_____El blog de los Cuarentones

EL SILENCIO, ¿EXISTE EL SILENCIO?

EL SILENCIO, ¿EXISTE EL SILENCIO?

   

Me resulta difícil definir el silencio, porque no siempre el silencio obedece a una definición de diccionario, existen muchos tipos de silencio, tantos como situaciones son capaces de provocarlos.

Quien no ha percibido el silencio místico de los creyentes arrebolados en un templo; el silencio ceremonial, a veces respetuoso en otras teatral que se produce ante un hecho luctuoso, el silencio atento ante un tema que atrae poderosamente nuestra atención, o el que genera el temor cuando nos sentimos en peligro e indefensos; que hermoso el silencio cómplice entre dos enamorados cuando establece un río de comunicación no hablada que llega directamente al interior, o el peor de todos al menos para mi, el silencio de ruptura, enfado, lejanía, o abandono, y cada uno podría añadir tipos de silencio hasta la saciedad, silencios motivados por diferentes hechos sentimientos o sensaciones.

Esta mañana he vivido uno de esos silencios emotivos, que hacen pensar en la fragilidad de todo lo humano, de lo absurdo de creencias, hasta de lo absurdo de la vida en si misma.

Hoy he tomado café con un amigo que durante los últimos meses cubría su cabeza con un pañuelo al estilo pirata, esta aparente sinrazón en una persona que ha pasado los cuarenta no se debía a una ocultación de la alopecia, o a moda pasajera, llevar este pañuelo significaba para el aferrarse a una esperanza, a un milagro, aferrarse a lo que amaga, era su manera de solidarizarse con su pareja, a tratamiento de quimioterapia que había perdido todo el cabello y que llevaba varios años ocultando los efectos del tratamiento con un pañuelo.

Hoy no traía el pañuelo, su cabello casi blanco brillaba con los reflejos de la luz de la cafetería casi tanto como la humedad de sus ojos, no hicieron falta palabras, no hubo una sola palabra entre los dos, ni hacía falta, en el abrazo que nos hemos dado estaba condensado todo lo que pudiéramos decirnos, su angustia e impotencia, su agonía y derrota, su pérdida, también mi pena, mi apoyo incondicional, todo transmitido sin inútiles y huecas palabras. Solo una abrazo fuerte, prolongado en el tiempo, un café juntos, ambos con la vista perdida, y al terminar nuestro cotidiano desayuno juntos, otro abrazo que ha sido como un grito desgarrador, siempre en el mas absoluto de los silencios, una leve sonrisa de agradecimiento en sus labios, otra de animo en los míos.

Al marcharse, con los hombros hundidos, la cabeza abatida y el paso cansino, el sabía que cuenta conmigo para todo lo que necesite, yo conocía su dolor, y todo sin decirnos ni una sola palabra, como se que no hablaremos esta tarde cuando le haga compañía, ni lo haremos mañana en el crematorio, ya llegará el tiempo de las palabras, ahora es el tiempo del silencio, aunque no sepa como definir o calificar este silencio.

Un guerrero bárbaro

Gwendall

09/12/2003

0 comentarios