Y TE SIGO QUERIENDO...
Eres mi morbo, mi sensualidad, mi excitación más soñada y placentera, eres mi pensamiento constante, el aroma a hombre que siempre me ha perdido y cautivado, la conversación inteligente y las querencias comunes, eres...ese hombre, el único capaz de perderme en la perversión de un deseo consumado aun en la distancia.
Tus labios generosos y tan deseados para mi son la puerta a los placeres de unas humedades tibias, íntimas... tu lengua en la mía jugando, tu forma de cogérmela aprisionándola lentamente y cada vez de forma más devoradora.Me gusta cuando me besas porque nunca conocí a un hombre que me besara con el deseo y la ternura que tu lo haces. Cada día te deseo más, amor!.
Cuando me acerco a ti me siento tuya, como si hubiera nacido para conocerte y para amarte, para cuidar de tus sueños y darle luz de amor a tus realidades, quiero ser arcilla moldeada por tus manos ardientes, yegua sumisa presta a ser montada por su potente macho. Pero al mismo tiempo quiero poseerte, saberte débil entre mi cuerpo entregado, oírte gemir rendido y suplicante y yo entreteniendo el momento...y tu insistiendo desesperado. Cada día te deseo más, amor!.
Tenias la cabeza inclinada sobre aquel libro y sonreías, ya sabes que me gusta acercarme por detrás y sorprenderte, me es difícil mantenerme serena cuando te siento cerca, algo en mi interior se remueve, y esos deseos que en otras circunstancias tan bien controlo son imposibles de disimular cuando tu estás, porque los siento aflorar a mi piel, humedecen mis labios y mi sexo de forma imperiosa y casi sufriente, algo dentro de mi quiere gritarte que me siento mujer solo para ti. Cada día te deseo más, amor!
Ahora estabas cerca de mi de nuevo...me incliné sobre ti para besarte el cuello con suavidad caliente, de esa forma que te hace contener la respiración, y te susurré al oído aquello que siempre te pido antes de hacer el amor, muérdeme por los hombros...
Y me mordías... empezando por un hombros hasta el lóbulo de la oreja, la punta de tu lengua caliente y humedecida se introducía por ella mientras tus manos suaves y algo temblorosas me desvestían apresuradamente y seguías...seguías...hasta saciarnos el deseo.
Y es que cada día te quiero más, amor... !
Eme
26 / 12 /2004
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