DESDE EL CALENDARIO EL FRÍO SIGUE PASANDO SUS HOJAS
...Gélido y controlado sentir por no morir de amor de nuevo...prefacio a una intención sostenida, anidando a empujones entre la acomodada y egoísta razón, neblina traidora y omnipresente a ultranzas de la necesidad del sentimiento correspondido.
No somos más que un trozo de hielo tumbado al Sol en espera de que nos derritan para volver a sentir orgasmos idealizados, seguir creyendo que aun estamos vivos de ilusión mientras en la calle se sigue vendiendo la mentira de una imagen inventada al gusto ajeno.
Tonta condición humana que al calendario le aplica la razón y al corazón amordaza con la fina mortaja del temor. No nacieron para ser conservadas las flores ni para jurarles amor eterno, que nacieron para regalarnos su aroma y su belleza el corto tiempo de espacio que la naturaleza marca o la mano egoísta las arranca del suelo.
Que en mis hielos te quise, hombre débil, pero yo era roca curtida al Sol de muchos amaneceres de lucha, y tú... grano de arena oculto, arrastrado de un lugar a otro uno y otro día por la caprichosa brisa de cualquier playa escondida.
Que me proteja del peligro, pensaste...y te alejó de la vida, que pudiendo ser roca escogiste ser un solo grano de arena, inadvertido y perdido eslabón de dunas pasajeras, todo para que tu corazón enmudeciera y para que tu nombre ni recordarse se pudiera.
Y a través de las hojas de un calendario grasiento en la pared de una cocina, el mar seguirá bañando las costas de este mundo, las rocas recogerán el calor en las horas luminosas de Sol enfriándose de nuevo en la oscuridad de los silencios, pero permanecerán en el mismo lugar.
Los granos de arena nunca sabrán qué nuevas dunas lo ocultaran ni cuantas vidas y lunas traspasarán la línea del horizonte para sentirse alguna afortunada vez, roca caliente, fría...roca fuerte.
Ghélida
-Les deseo unas heladas Navidades solo por fuera-
25 / 12 / 2004
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