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_____El blog de los Cuarentones

EL ESCAPE

EL ESCAPE

   

Es hermoso tener una ilusión ajena a nuestra cotidianidad y que esa ilusión se deje ver cumplida de tanto en cuanto. En la normalidad, nuestra vida gira en torno a tensiones y desacuerdos o, bien, la dejamos caer en el hastío. En ambos casos la nostalgia se apodera, a ráfagas o aposentándose como un nudo gordiano de nuestra mente, y estrangula nuestras ansias de vivir. Lo cotidiano se presenta como lo obvio, como realidad ordenada, coherente, natural, conocida y, por tanto, no cuestionada. Se hace demasiado evidente y aburrido.

Ir montados en el bólido del desenfreno y la carrera esquizofrénica a la que nos somete esta complejidad de mundo globalizador, quizá sea agotador al principio pero, una vez que te acostumbras, lo tradicional se hace tremendamente vulgar. La crisis, cualquiera de ellas, sea controlada o incontrolada, provocada o sobrevenida, supone una vivencia de ruptura en las dinámicas reiterativas que demanda la vida cotidiana. Más vale una crisis que tres mil cotidianidades.

Esa resignación a vivir en el estancamiento que demuestran ciertas personas, a las que quiero, puede llegar a exasperarme de tal forma que si apenas me quedan fuerzas para intentar desviar su inercia un ápice y que sean ellas mismas las que se esfuercen un mínimo para salir adelante.

Cuando preveo que eso me va a pasar, empiezo a actuar como me da la gana, como menos se espera de mí, saltándome todas las normas y rompiendo con los estereotipos de vida consagrada a la costumbre. Pero los hay que, cuando procedo así, de improvisto y sin rumbo, cuando me lío la manta a la cabeza y me voy al monte solo, me anatematizan y apostatan de mí y de mis palabras, se someten a un riguroso silencio para conmigo y me dan por extinguido. Todo dentro del más elemental de los costumbrismos. Reacciones demasiado esperadas y, por falta de sentido de la figuración, aburridas. 

 

-Caustic  

30/12/2004

  

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