AMISTAD SUBLIME...

   

La amistad es superior al amor, o como mínimo, llega a otro lado –y ese lado es, en muchos sentidos, más elevado-

La amistad no se consuma jamás: no hay un acto propiamente amistoso (ni siquiera creo que la amistad admita esas instrucciones exteriores con las que se la suele cargar). Los gestos no son los sentimientos, ni la verdad humana se puede demostrar.

La amistad es todo líquido, y nada espuma. Los tiempos muertos la hacen revivir. Por eso ni aburre, ni se aburre. Eso nunca. La amistad es lo contrario del tedio: rebosa, y sólo por eso, supura satisfacción.

La amistad carece de puerto donde atracar sus barcas: no echa el ancla, sólo navega.

La amistad ignora la paz que dan los frutos: ella se sabe todo semilla, semilla sin mañana, mañana sin adiós. Su reino es un ahora perpetuo.

La amistad es un satélite de sí misma, ella es su propio sol: se calienta y se ilumina, sólo con mirarse en el espejo que le brindan los amigos.

La amistad, si no dura, es porque aún no estaba lo bastante cocida: todo vínculo amistoso es una forma de cocina espiritual.

La amistad es un amor mundano, una religión con múltiples dioses: intangible, no corporal, desconoce dónde posarse. Vuela, y hace volar. La amistad es un pájaro que nos asciende hasta nuestro propio techo: el desván y los cielos, quedan ambos para el amor —esa escalera con innúmeros peldaños—.

Buenas noches.

_Proteo_ 
31/5/2004