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_____El blog de los Cuarentones

BRAVUCONES MISÓGINOS

BRAVUCONES MISÓGINOS

  Un invitado que se esconde tras el anonimato para rendir cuentas sobre lo que dice o sobre lo que calla acerca de los demás y de sus acciones hay que considerarlo de entrada un bribón, cuya única intención es engañarnos (No digo nada de quien se ampara en el anonimato para su lírica expansión o su justo desparrame ideológico). Don anónimo personifica la más de las veces a don Canalla y mucho más cuando su único fin es el insulto descarado, léase la paparruchada vertida contra las mujeres por uno de nuestros cultoparlantes nocturnos habituales. Sabemos que a este baboso tertuliano le gusta la provocación pero estamos ebrios de sus insultos, de sus comentarios soeces, de su patibularia lengua, de su indolente chulería, de esa altanería de enano patiforme y seguramente malfollante que pretende amargarnos las noches, echando toda la tierra posible sobre nuestras caras y me refiero a las mujeres.

He buscado Sr... y todos sabemos que otros nombres se esconden tras el libelo, he buscado una forma amable de llamarle, un diminutivo familiar y he pensado que era mejor aplicarle un "humillativo" graciosillo que encajara bien con su grosería y falta de comedimiento. Con el enunciado, sin que yo le escriba nada más, usted quizás pueda adivinar, lo que yo pienso de tanta bravuconada. Algún día el lodo, le cegará los ojos y alguien estará allí para escupirle.

-Mi despreciable poquedad...
-Mi embozado incompetente paticojo...
-Cobardemente astuto unipático...
-Estimada y pobre piltrafa patachicle....
-Enzapatada serpiente siseante...

Sin duda, sus genitales constituyen el punto focal de su voluntad. Sea usted feliz y haga feliz a los demás, se lo pasaría mucho mejor.

Antes en un burdel que follando con un tipo de su calaña.
 

Ana_Tema 

17/6/2005  

RE: 

QUERIDA ANA_TEMA  

He leído con entusiasmo ese escrito tuyo que contesta unas inocentes líneas mías de ayer. Tú sabes, como otra poca gente, que, saliendo de mí, eran muy candorosas.

Por suerte este mundo es un pañuelo y, sólo por cómo colocas las comas, se te conoce enseguida, aunque te pongas el peinado de señorona y te pintorrojees los morros del color de la mortaja. Igualmente te pasa a ti conmigo: me reconoces a la legua con solamente una frase. Así que no sé a qué viene ese torticero empeño y esa demagoga inocencia, cuando señalas que me amparo en el anonimato para escribir bravuconadas y otras lindezas que me dedicas. Te las agradezco. Quizá sea lo más bonito que me han llamado en mucho tiempo. Te aseguro que me has aliviado el alma. Pensaba que la tenía mucho más mugrienta.

Recuerdo de ti que no pudimos ejercer de amantes por la distancia geográfica que nos separaba. A pesar de algún que otro plan que hicimos para encontrarnos en algún sitio con buena comunicación para ambos, nunca me vino bien acudir a tus citas, así que me llamabas a menudo por teléfono, -siempre con las bragas en la mano y desnuda encima de la cama- para que te consolara sexualmente. Recuerdo claramente que me comentaste en varias ocasiones que habías llegado a orgasmos intensos mientras te hablaba en la distancia y tú te acariciabas. En aquellos momentos no parecías tan despierta al hablar ni tan refinada ni tan culta ni con tanto ánimo. Al parecer aprendiste bien aquellos tacos que yo te decía y que tú hacías ver que te ponían. La única diferencia es que tú los dices en masculino cuando yo te los dedicaba en femenino. Tendré que pensar que eres una excelente alumna y que, además, tienes buena memoria, amén de una excelente capacidad de aguante para guardar durante tanto tiempo esa inquina, reflujo de despecho y de odio por haberte dicho que yo no quería mantener una relación consistente en algunas llamadas de teléfono y noches de  insomnio sobre un teclado.

Repito: gracias. Y ahora que me pareces un poco más inteligente -y ya a mi altura-, quizá podamos reprogramar alguno de aquellos encuentros perdidos por mi desinterés, aunque sólo sea para comprobar si tus gemidos de placer en directo suenan igual que por teléfono.

Tuyo, amantísimo.

Invitado

 17/6/2005

1 comentario

Anónimo -

Destacar, aparte de la ironía que hay en la respuesta, como Anatema parece que le habla a gritos de cualquier manera como si el invitado estuviera en un oscuro y escondido sótano y resulta que recibe respuesta del piso de arriba como si le llamara para merendar mientras otros estén haciendo la siesta. Genial la respuesta.