DETRÁS DE TUS HUELLAS
Entre las cañas silba el aire de un otoño ya con escarcha, saludo al raído espantapájaros que me mira con rostro sin cuencas ni sonrisa y aprieto el paso para llegar al recodo del río antes de que la Luna monte la guardia.
Ya estoy junto a la vereda que conduce al viejo refugio de montaña. Lo que fuera puerta cuando tú y yo nos escondíamos para hacer el amor sobre la alfombra de esparto es hoy la herida abierta de cuatro paredes azotadas por el viento, la única ventana ya no tiene cristales y en el suelo solo piedras y rastrojos que el viento ha arrastrado durante estos años.
He buscado la alfombra, está llena de suciedad junto a una raída manta y los restos del fogón de leña, acaba de anochecer pero eso lo noté hace mucho tiempo y ya no me inquieta, por eso he arrastrado los restos de la estera de esparto hacia la entrada del refugio y me he sentado bajo la luz de la Luna. Escucho el murmullo del río cercano, los grillos, el sonido de las ramas de los árboles movidas por el viento.
Las sombras de las altas copas de los pinos cercanos ocultan la insignificancia de mi cuerpo junto a la entrada de este pequeño reino del olvido y del recuerdo, cierro los ojos y puedo ver con claridad el reflejo plateado de la laguna como testigo, ella lo sabe todo.
Está helando y mis dedos están ya rígidos, podría intentar encender fuego en el único trozo de chimenea que queda en pie pero no lo deseo, quiero estar bajo la poca claridad que viene desde lo alto hasta que amanezca o me alumbren.
Pienso en ti y percibo como la importancia de las cosas adquiere diferentes intensidades dependiendo del momento y del lugar, ahora mismo una sola luciérnaga es el único faro comparable con la Luna y mis ojos solo brillan si ella los iluminan.
Duele la piel del frío como duelen los silencios de la gran ciudad pero al terminar la noche he de llevarme unas hebras de este esparto en mi regreso, me acompañará ya siempre el restos de mis días como un talismán, como el olor de tu sudor y el mío en aquellas noches de verano en el refugio del Arquillo.
Este invierno volverá a helar pronto, todo lo volverá a cubrir el hielo y por dentro la vida aletargada esperando el milagro de una primavera menos. No se para qué he venido en concreto, pero tengo ganas de preguntarte muchas cosas, ¿te haría daño que yo volviera a querer?, ¿me seguirás esperando hasta que yo pueda ir?...
Ghélida
14/11/2005
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