DESEOS SOLITARIOS
El alcohol desvanece el mínimo pudor, coloca el corazón sobre la mesa y no respeta nunca los horarios de cierre ni el ceño hostil del portero de noche.
Lejanos camareros de discreta paciencia, a lo que llaman siempre por su nombre de pila regatean las copas con un gesto difuso pero firme.
Borbotones de música cauterizan deseos solitarios. La noche es un trayecto de largo recorrido y el bar un tibio espacio de sombras transitables y luces policromas.
El último cliente se ha exiliado en un rumor de lluvia; parece sometido a un interrogatorio en tercer grado y narra con acopio de detalles las rutilantes vidas que NO ha sido...
Buenas noches
Medusa-Gorgona
09/10/2003
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