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_____El blog de los Cuarentones

LA MITAD DE LA ÚLTIMA HOJA

LA MITAD DE LA ÚLTIMA HOJA

Quiso arrancar Diciembre y se desgarró por la mitad, las manos se habían ido quedando frías en la espera de los doce largos meses como doce largos senderos sin final.

"No controles el sentimiento...porque hay hojas llenas de amor y pasión", dijo la voz de una doncella que decía llamarse Sakkarah. Mientras, y formando siempre parte del paisaje, un bastón de ciego tanteaba el suelo del umbral de la puerta sin llegar a traspasarla, simplemente porque había confundido cualquier otra oquedad con el marco de una puerta.

Eran los acostumbrados acordes desafinados que suelen preceder al comienzo de un concierto, se le escapa el sentido de la melodía al director de la orquesta en funciones mientras algún que otro presente también observa con indiferente desprecio, sordos al imperceptible sonido que pueden producir unas lágrimas al deslizarse en rostro ajeno.
Uno que no ve y el otro que no oye, cómo la vida en sí misma, helada en la superficie por negarse a dejar escapar el calor que lleva dentro.

Y lentamente la mitad de la hoja se desliza ya sin remedio hacía el suelo...

Son los nombres del santoral que presiden en diminuta letra cada uno de los días del calendario, nadie sabe quienes fueron ni de que pie lloran, pero ellos están allí para dejar su impronta ajenos al devenir del día que les toca, nunca perciben si se disfrazan penas con alegrías o lloran de amor, qué más les da!...si no se enteran, si murieron el día que se negaron a escuchar el corazón ajeno porque eso sería cómo reconocer el dolor en el propio. Se sacian con las cuatro letras merengadas que suelen repetir convulsivamente por si acaso no se han leído.

Y la doncella que ha entendido el sentido de la nevada se inclina para recoger la mitad de Diciembre del suelo mientras un calidoscopio vestido de caleidoscopio, o viceversa, llama a la puerta para preguntar cómo puede dejarse de ser arena cobarde y hacerse roca.

Dos voces femeninas respondieron a un tiempo;¡ No huyendo del calor de la roca!.
Creo que deberíamos decir "amor" en lugar de "calor", le dice Sakkarah a la de las manos frías, no importa...responde la otra, se diga lo que se diga al final solo entienden lo que no les duele, y antes de retirarse le encomendó; déle usted de mi parte también las gracias a un caballero llamado Enric.

Se perfilaba el horizonte entre la neblina de un amanecer de púrpura y hielo, los cristales se cubrieron de vaho pétreo y en el silencio de la madrugada se dijeron en la estancia pública todas aquellas cosas, pero en realidad se decían hacía dentro.

Ghélida

26/12/2004

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