SÍ, TE SAQUÉ A BAILAR

Demasiadas noches en Copacabana para una chica de tan pocos recursos. Un pedal de doble sentido, aunque no lo parezca, es un recurso tan poco flexible que te obliga a estar siempre maquinando soluciones con doble esfuerzo. Los pedales, para cumplir su función, siempre dan vueltas sobre el mismo eje.

Te miro las tetas y las encuentro flácidas, caídas, delgadas y alargadas. Hacía tiempo que no me encontraba con unas así: Los pezones mirando al cielo; yo a tus pies. Los malos tragos deben de dar eso, flacidez y desencanto.

Aquella rubicundez de tus mejillas, sin embargo, rompía la armonía de las arrugas con lastres de sobresaltos y desazones. Rostro donde se instaló la fatiga y el dolor fraguado por impertérritas miradas como respuesta a la súplica y al desconsuelo. No me atrevía casi a mirarlas pero me apeteció acariciarlas, muy lentamente intentando rellenarlas de vida, de sonrisas y de mimos.

Te llevé a la calle del pecado por el pasaje de la candidez y la ternura. Por la senda olvidada de la sensibilidad hecha ternura. ¡Qué sequedad había raído los redobles de tu alma!

Y ahora, aquí me tienes, una vez más, recolectando deleites, recogido entre tus muslos y aferrado con mis labios a tus senos, con mis manos en tus glúteos y mi pistilo, todo entero y con suave vaivén, escrutando intrépido el tálamo de tu flor. Saboreando goloso las esencias melosas de una fantasía dispuesta en ramilletes sutiles que tu pasión se va encargando de servirme en bandejas de plata.

No pienso apartarme. Como del negro al blanco y de la semilla a la flor.

Invitado

8/5/2005

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