TERMINACIÓN DEL DIARIO
Si vestida era hermosa y provocativa, cuando la vi allí de pie, con sus zapatos de tacón alto, con unas medias negras sujetas por un porta liga de encaje, con unas bragas también de encaje a juego con el porta liga y con el sujetador que contenían sus dos maravillosos pechos, no pude por más que arrodillarme delante de ella como si fuera una diosa, era mi diosa, mi ama que me poseía sólo con mirarme con sus ojos.
Delante de ella y de rodillas mi boca quedaba a la altura de su coño. La agarré por las caderas y la acerqué a mí. Con mis labios mordía el bulto que tenía entre las piernas. Ella gruñía y me acariciaba la cabeza. Paré y solté cada liga y las pasé por dentro de las bragas para volver a enganchar la media. Cuando acabé con las cuatro le quité las bragas.
Delante de mí apareció un peludo coño. Lo empecé a acariciar con una mano y la miré a la cara. La lujuria asomaba y parecía otra, aún más hermosa y sensual que la que tantas veces había subido conmigo en el ascensor. La senté en una silla y abrió sus piernas para ofrecerme su sexo. Aparté sus pelos y abrí los labios del coño. Una hermosa vagina rosada apareció ante mí. Estaba totalmente mojada y me llegaban los olores de su caliente sexo. Con un dedo busqué su clítoris y lo acaricié ligeramente. Ella se retorcía y ronroneaba como una gatita en celo.
Lanzó un pequeño chillido cuando sintió que mi lengua recorría su raja de arriba abajo. Me paraba a jugar con su clítoris de nuevo y después volvía a recorrer su raja hasta llegar a la entrada de la vagina. Intentaba follarla con mi lengua un poco y después volvía al clítoris. Estuve un rato haciéndole esto y decidí meter un dedo. Empezó a mover sus caderas con cada penetración de mi dedo al ritmo de mis succiones en el clítoris. Sus
gemidos se convirtieron en chillidos que fueron aumentando de volumen.
En poco tiempo agarró mi pelo con fuerza y gimoteaba al sentir un orgasmo que me lleno por completo la boca de sus flujos. No paré hasta que ella no me lo pidió. Nos levantamos y fuimos al salón. Ella salió por el pasillo y fue a comprobar que el marido dormía en la habitación.
Entró de nuevo y cerró la puerta tras ella. Me abrazó y volvimos a besarnos con pasión. Con una mano acariciaba su hermoso culo y con la otra intentaba desabrochar su sujetador, estaba loco por ver aquellos volúmenes. Lo solté y me separé de ella para observarla.
Se lo quitó despacio, haciéndome sufrir a cada momento. Debía tener una talla ciento diez pues eran bien voluminosas. Las aureolas que rodeaban sus pezones eran medianas y muy oscuras, contrastando con el blanco de su delicada piel, pero lo mejor eran sus pezones. Eran grandes y estaban erectos y durísimos. Me incliné y comencé a chupar sus pezones, ella dejó caer el sujetador y me acariciaba. Agarré con ambas manos los dos pechos y pasaba de uno a otro mamando cada pezón.
Me separó de ella y se acuclilló delante de mí y me quitó toda mi ropa. Empezó a acariciar mi dura polla mirándome a la cara con aquellos ojos y pasando la lengua por los labios indicándome que se iba a tragar toda aquella carne hasta hacerme ver el cielo. ¡Y vaya si lo vi! Abrió la boca y sentí como mi glande entraba en su calida boca. Cerré los ojos y sentí cada chupada que me daba.
Miré hacia abajo y la veía meterse mi polla e su boca, debajo su par de tetas que se bamboleaban al ritmo de la mamada y al final, entre sus dos hermosos muslos su peludo coño. Sólo la visión de aquella preciosidad hacía que tuviera ganas de correrme, pero no podía aún, tenía que satisfacer a esa hembra y necesitaba todas mis fuerzas para conseguirlo.
Le quité la polla y me senté en el sillón y la invité a montarme. Ella se acercó a mí y sus muslos se colocaron cada uno a un lado de mis caderas y su coño quedó encima de mi polla. Entonces la paré pues no teníamos preservativo. Entonces me explicó que por unos problemas de salud estaba esterilizada y no quedaría embarazada.
Vi como mi polla se perdía entre aquellos pelos y el calor de su vagina la envolvía. Poco a poco se la fue metiendo. Hacía años que no follaba con un hombre y estaba disfrutando de cada momento. Agarré sus tetas y volví a lamer sus pezones. Cuando la tuvo toda dentro comenzó cabalgarme. Yo estaba loco por correrme, pero necesitaba que ella lo hiciera antes.
Yo tenía los genitales totalmente mojados por los flujos de ella. Hacía cinco minutos que follábamos y ya había tenido varios orgasmos. Se paró y se puso a cuatro patas sobre el sillón ofreciéndome su coño para que la penetrara por detrás. Metí mi polla y la agarré por las caderas para penetrarla a buen ritmo. Empezó gimiendo y al momento gritaba de placer, era una chillona.
Se volvió a correr una cuantas veces más hasta que empecé a sentir que me subía la leche por la polla. Se lo indiqué y dejó su culo parado para que yo le diera fuerte y descargara dentro de ella. Agarré su pelo y aceleré las penetraciones hasta que empezó a salir semen de mi polla que llenó su interior. Por el placer se la saqué y me senté al lado, aún salía algo de semen y ella me la empezó a mamar para que soltara todo. Fue increíble, volví a sentir un nuevo orgasmo algo más débil y como si me corriera de nuevo. Quedé sin fuerzas y con aquella hermosa mujer abrazada a mí. Descansamos por un tiempo y después marché a mi casa."
nabotenso
26/12/2007
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