Blogia
_____El blog de los Cuarentones

LA INCERTIDUMBRE, NO DEBÍA CONTARLO PERO...

LA INCERTIDUMBRE, NO DEBÍA CONTARLO PERO...

   

Esto está muerto y me he permitido asomar para contar algo que me pasó....

Transcurría el año 2005 y me encontraba en la era de mi pueblo. Era agosto y hacía un calor sofocante. Me apoyé a la sombra de una vieja caseta donde antiguamente se guardaba el rebaño de ovejas. A mi lado, un botijo de agua esperaba ansioso a que mi sed apareciera de un momento a otro. Giré la cabeza y vi una sombra a punto de doblar la esquina. Lo hizo. Ante mis ojos se hallaba la reina del foro, por no decir la come pollas de esta cónclave de afines.

Era una consumada en el arte de la felación. Yo lo sabía, ella lo sabía, los dos lo sabíamos. Otras veces me había pegado unas mamadas de suprema calidad. Allí se encontraba, insinuante, atrevida, con su voz de algodón, harina y aguardiente. La muy jodida no demoró más su autoservicio. Sin quitarse su vestido campestre y con su actitud superior de aristocrática cotidianeidad, me tumbó de un empujón encima de un mullido césped; se colocó en decúbito ventral, me bajó mis pantalones, rasgó mis calzoncillos de media pierna y tomó entre sus manos el asta de mi enorme lanza.

-¿Sabes lo que es esto? -me preguntaba sarcástica mientras agitaba mi tulipán sonrosado-. Esto es filosofía fálica.

A continuación, aproximó su boca abierta sobre mi cúspide y la engulló como un pez se traga en anzuelo. Primero lentamente, muy despacio, empujando dulcemente su cabeza de arriba abajo, hasta hacer desaparecer todo mi miembro en la oquedad de su boca. Mi verga crecía poco a poco, empujada por la concentración de sangre en los conductos cavernosos. !Oh!, mi tumescencia se estrellaba una y mil veces contra la suave almohadilla de su lengua y el cielo de su paladar. Y aunque me sentía suavemente narcotizado por el placer confortable de su hermosa succión, sabía en todo momento dónde me encontraba y sobre todo, cuándo mis entrañas evocarían al río desbordado.

Sí, así fue. Poco a poco se intensificó el ritmo de su percusión bucal. Mi largo periscopio, llegaba cada vez más hasta el fondo de su cáliz. Ella, la felatriz consumada, hacía esfuerzos por devorarme totalmente, en una exhibición de garganta profunda a la que yo tenía que hacer honor con la altura y longitud en alza de toda mi bandera. Me propuse una meta: "Llegar hasta el fondo de aquella profundidad, donde nacía su voz opaca, de algodón, harina y aguardiente; una voz que me hipnotizaba y, sobre todo, me incitaba y excitaba".

Tuve que sentir la punta de mi dardo tocar lo más hondo de sus cuerdas vocales, para que se produjera el más estruendoso estallido de lluvia seminal, que mojó su boca, tráquea, esófago y estómago. Sí, así fue. Terminó de succionar durante unos segundos más hasta que, tras engullir la última gota, caer un servidor rendido y sumido en un profundo sueño.

Cuando desperté, tenía la boca reseca. Me subí los calzoncillos y los pantalones. Cogí mi botijo, lo alce al aire y dejé caer en mi boca un chorro de agua fresca.

La incertidumbre, algo calentito. Me voy a dormir. Hasta la próxima
24/5/2006


RE:  La sombra ardiente se cernía sin gran incertidumbre sobre él.

Verlo sudoroso y buscando la sombra entre la caseta y la vieja higuera me provocó un deseo inesperado que de alguna manera tenia que solucionar. Cuándo hace ese calor sofocante es cierto que te encuentras algo decaído pero también el verano tiene tendencia a calentarnos la entrepierna con más frecuencia, ¿quién no se ha masturbado con verdadero deleite en las siestas de verano mientras en runrún del ventilador te trae a intervalos el cosquilleo de su brisa sobre tus muslos desnudos?.

Tenia cara de derrotado por haber subido a la era a aquella hora tan imprudente y sin protección en la cabeza pero había sido yo quien previsoramente colocó el botijo de agua fresca junto a la puerta desvencijada de la caseta medio en ruinas, quería sorprenderle ante tamaño hallazgo extraño. Yo creo que iba camino de una insolación porque miró el botijo como si fuera normal que en un paraje solitario un duende hubiera previsto su desmayo. Los calentamientos en la testa producen efectos sorprendentes.

Como creía estar solo se abrió la bragueta y se sacó la minga algo flácida para mear a sus anchas sobre la pared llena de graffitis, el chorro caía directamente sobre una frase de letra algo cateta que decía "Ramona me la moja", aquello de "mojar" y la considerable longitud de su herramienta de peinar me puso nerviosa.

Yo permanecía oculta detrás de matorral y al sorprenderlo en ese acto tan poco lúdico ya no sabía si presentarme o retirarme discretamente pero terminó de vaciarse cuidando bien de regar a la Ramona en letras rojas y siguió tocándosela no sé porqué razón.

Y allí estirado junto al botijo se la estaba poniendo morcillona el tío, ¿era posible permanecer impasible viendo a un hombre tan bien dotado haciéndose una paja de forma indolente sin perturbarse la humedad de una?, pues no...sentía como me mojaba hasta las ingles y empecé a meterme la mano por debajo de las braguitas amparada por las espesas ramas de la zarza mientras miraba fijamente como aquella polla crecía y se enrojecía ante mis ojos.

Yo no tardé ni tres minutos en correrme pero él inexplicablemente se la volvió a guardar y miró al botijo con deseo, tal vez creyera tonto meneársela solo en medio del campo pero yo seguía con un calentón de miedo, así que me acerqué ya sin bragas y me arriesgué a lo que pudiera ocurrir, porque es bien cierto que el calor de Agosto por aquellas tierras hace perder en sentido de lo prudente.

Yo creo que debió creer que veía un espejismo porque no reaccionó, se la mamé con verdadera entrega. Deseaba tanto comérmela mientras miraba de reojo su cara de obnubilado que a más cara de tonto sorprendido más caliente me ponía yo y con más ímpetu succionaba, acariciaba con los dientes, lamía y tragaba aquel glande babeante ya, el sabor de sus secreciones previas tenia el dulzor ligeramente ácido que mis hormonas necesitan para dispararse sin recato. Dos grandes huevos rebosantes me invitaron de inmediato a chupar y lamer sin descanso de arriba abajo sin dejarme ni un trozo por engullir, babear, chupar, soltar y apretar...

Su cara era un poema de éxtasis y sus jadeos eran ya gritos estertóreos de varón más pa allá que pa aquí. Notaba sus embestidas cada vez con más fuerza dentro de mi boca y por un momento creí que me iba a ahogar, frené un poco aquel peligro para mi integridad sorprendiéndole de improviso; moje mi dedo con mi saliva y se lo pasé con suavidad alrededor del ano. Su cara sudorosa se volvió carmesí pero sus gemidos me indicaron que le gustaba, me lo indicaban tanto como la dilatación que percibía de aquel agujero virgen, se lo introduje lentamente con movimientos circulares mientras seguía mamándosela con suma entrega y placer.

No aguantó más, se me corrió dentro de la boca en medio de alaridos que jamás había oído en un hombre ni aun tan cachondo, y me tragué hasta la última gota del licor de aquel macho, a medida que soltaba el chorro potente yo tragaba con deleite. Cuidé muy bien de limpiar con mis labios cualquier gota desaprovechada. No hay sabor más especial y estimulante que el que un hombre te entrega desde sus entrañas cuando la pasión lo vuelve loco.

Se me quedó dormido pero no me fui hasta que no me masturbé otra vez restregándome con lujuria sobre aquella bandera derrotada. Antes de irme eché yo un trago del botijo para reponer las fuerzas perdidas. Con suerte se creerá que lo ha soñado, es de esos hombres que nunca están seguros de nada, la incertidumbre se lo come, por una vez que se lo comiera una hembra sedienta hasta la última gota!.

No quiero sentirme culpable pero en ocasiones cuando recuerdo aquel episodio no puedo por menos de pensar si violé a un pobre veraneante en busca de recuerdos de la infancia en su pueblo, pero no consigo estar arrepentida.

Tucaricia

Pd. bien servida, bien agradecida.
 

25/5/2006

0 comentarios