EL DILEMA (enardecido)
El mensaje era largo, como siempre, pero en esta ocasión suponía la respuesta a unas letras desinhibidas y el cosquilleo del estómago fue presagio de la tormenta pasional que estaba a punto de arribar.
A medida que devoraba las letras con avidez, sentía cómo su miembro presionaba contra el pantalón deseando abrirse paso y tuvo que hacerle sitio entre los pliegues de su ropa que cedieron evidenciando un bulto generoso.
La lectura le produjo mil sensaciones placenteras e inimaginables y hasta le llevó a sentir su polla en la boca maestra de aquella mujer desconocida y querida al mismo tiempo. A su edad le costaba trabajo entender que una simple carta de amor apasionado, preñada de sensualidad y sexo, pudiera excitarle de aquella manera.
Terminó la lectura por segunda vez y supo que si volvía a leerla no podría evitar correrse de gusto, así que optó por cerrar el correo y concentrarse en el trabajo. Cuando la presión sanguínea cedió levemente se levantó de su asiento con la sensación de encontrarse mojado, se sacó el miembro, imponente pese a los primeros síntomas de flacidez, y comprobó cómo parte del líquido preseminal, transparente y viscoso asomaba en la punta de su glande.
Ahora sí que no supo qué hacer, si limpiarse y guardarse el miembro aún excitado y palpitante o acariciarse pensando en la mujer responsable de su estado.
Enardecido
21/6/2006
http://foros.ya.com/SForums/$M=readthreadrep$TH=4863972$F=31311$ME=11579641
A medida que devoraba las letras con avidez, sentía cómo su miembro presionaba contra el pantalón deseando abrirse paso y tuvo que hacerle sitio entre los pliegues de su ropa que cedieron evidenciando un bulto generoso.
La lectura le produjo mil sensaciones placenteras e inimaginables y hasta le llevó a sentir su polla en la boca maestra de aquella mujer desconocida y querida al mismo tiempo. A su edad le costaba trabajo entender que una simple carta de amor apasionado, preñada de sensualidad y sexo, pudiera excitarle de aquella manera.
Terminó la lectura por segunda vez y supo que si volvía a leerla no podría evitar correrse de gusto, así que optó por cerrar el correo y concentrarse en el trabajo. Cuando la presión sanguínea cedió levemente se levantó de su asiento con la sensación de encontrarse mojado, se sacó el miembro, imponente pese a los primeros síntomas de flacidez, y comprobó cómo parte del líquido preseminal, transparente y viscoso asomaba en la punta de su glande.
Ahora sí que no supo qué hacer, si limpiarse y guardarse el miembro aún excitado y palpitante o acariciarse pensando en la mujer responsable de su estado.
Enardecido
21/6/2006
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