-DIÁLOGO EPICÚREO-
No creo que pueda inventarse un diálogo entre un hombre y una mujer más erótico que el que tiene lugar en realidad cuando ambos están con la libido por las nubes.
Ella, provocativa, sensual, con un vestido negro insultante, ajustado y con la espalda al aire, segura de la exquisita redondez de unos glúteos bien formados, inicia el juego:
¿Que tal si... me doy la vuelta y me alejo en busca de un baño caliente lleno de espumas y aromas a frutas salvajes... y entonces tú llegas como por casualidad y te acercas a mi por detrás... y justo... justo te da tiempo a posar esos labios en esa parte de mi cuerpo que ahora te queda tan a mano?
¿Que tal si después de sentir tus labios encendiéndome de nuevo como sólo tu sabes hacerlo, te cojo de la mano y te arrastro conmigo al baño de las inquetantes burbujas de espuma?.
Él, ya muy excitado, apenas balbucea:
Sabes que me extasía la sensación que nace en la boca del estómago y recorre cada centímetro de mi cuerpo cada vez que me acerco a ti, inadvertido, cuando te sorprendo por inesperado, y percibo cómo te vas llenando de emoción, agradablemente azorada con mi presencia.
Yo vengo disfrutando de los momentos previos, sin embargo lo tuyo es algo súbito y consigues pasar en cuestión de segundos a ese punto tórrido, ardiente, que cambia la expresión de tu rostro, que, aún de espaldas, percibo turbador e insinuante, y tanto me enloquece...
Cuando tiras de mí noto tu espalda mojada y resbaladiza, y te excita frotarla contra mi pecho que sabes vigoroso, disfrutando de la prominencia de... mis pectorales... Te abrazo por debajo de los pechos y te beso el lóbulo de esa diminuta oreja izquierda tuya, mientras subo mis antebrazos para que resbalen suavemente por tus erectos pezones...
Lo que observo a mis pies no debe ser la espuma de tu bañera, sino las nubes del más alto de los siete cielos...
Ella:
Cierto amor, siempre me da de repente, en cuanto noto tu cuerpo pegado al mío... saber que me conoces tan bien y ver esa sonrisa divertida de tu cara cuando notas mi desconcierto de los primeros instantes aun me pone peor, no sabes cómo me gustaría que no me lo notaras, ni mi timidez ni el calentón que me provocas en cuanto te acercas, es verdad... a mi siempre me dio de repente.
Y encima me da por temblar, es muy ligeramente, pero tu lo notas, lo sé... solo cuando me abrazas me calmo, solo cuando acercas tus labios a los míos empiezo a sentirme segura, solo cuando buscas mi lengua y empiezas a jugar con ella suavemente primero y apasionadamente después es cuando yo me desbloqueo, cuando puedo empezar a darte toda aquella pasión que tu andas buscando en mi.
No se estarme quieta entonces... se me van las manos y el cuerpo entero, ahora soy yo quien te aprisiona la lengua, quien te mordisquea los labios, arriba, abajo, quien juega con tu boca hasta sentirte excitado y rendido... siempre me divirtió sentir tu erección y ver como te aprietas cada vez más contra mi, ahora eres tu quien no sabe estarse quieto, quien acompaña el abrazo de movimientos de penetración...
Pero no te acaricio, quiero sentirte deseoso, que me lo pidas ya con desesperación, cuando me empiezas a besar la oreja... cuando siento tu aliento en mi cuello, cuando acaricias de esa forma tan lujuriosa mis pezones... entonces... entonces es cuando te la cojo, la verdad es... que en esos momentos ya no puedo aguantarme más...
Los siete cielos... esos los rozo cada vez que te la cojo entre mis manos, que juego con ella, que me pides que la lleve a mis labios ¿te dije alguna vez que la tienes maravillosamente apetecible?, uhmmmmm...
Él, de nuevo:
Es el momento más esperado. Y tú lo sabes. Sabes cómo ansío notar el movimiento de tu mano, cómo espero el sensible roce de esos dedos, magistrales, que conocen mis necesidades y fueron hechos a la medida de ellas.
Sabes que a duras penas logro controlar la explosión de placer que a oleadas llega a mi cerebro y hace que me cuestione incluso que estoy despierto. Pero la culminación del placer llega a través del contacto con tus húmedos y calientes labios, lubricados convenientemente, resbaladizos...
Uhmmm... te deseo cada día más.
Y ella:
Ese momento es cuando me tienes, amor. Aprisionada entre tu cuerpo, resbalando entre mis manos toda tu piel, atada por tu brazos y tus piernas, embrujada por tus labios y en tu mirada el único fuego que me hace arder.
No soy yo cuando estoy contigo, soy otra mujer, esa que tu dibujaste sobre el papel de tus sueños, la de tu secreto placer, la amante amiga, compañera de tristezas inconfesables, cómplice de tus desmanes, hembra para tu cuerpo y de tu ilusión la miel, esa que para ti yo quiero ser.
Empuja más fuerte... hasta el fondo... uffff... ¡cuanto te deseo yo también!
elzocato
25/7/2007
http://foros.ya.com/SForums/$M=readthreadrep$TH=5969578$F=31311$ME=13468190$P=1
Ella, provocativa, sensual, con un vestido negro insultante, ajustado y con la espalda al aire, segura de la exquisita redondez de unos glúteos bien formados, inicia el juego:
¿Que tal si... me doy la vuelta y me alejo en busca de un baño caliente lleno de espumas y aromas a frutas salvajes... y entonces tú llegas como por casualidad y te acercas a mi por detrás... y justo... justo te da tiempo a posar esos labios en esa parte de mi cuerpo que ahora te queda tan a mano?
¿Que tal si después de sentir tus labios encendiéndome de nuevo como sólo tu sabes hacerlo, te cojo de la mano y te arrastro conmigo al baño de las inquetantes burbujas de espuma?.
Él, ya muy excitado, apenas balbucea:
Sabes que me extasía la sensación que nace en la boca del estómago y recorre cada centímetro de mi cuerpo cada vez que me acerco a ti, inadvertido, cuando te sorprendo por inesperado, y percibo cómo te vas llenando de emoción, agradablemente azorada con mi presencia.
Yo vengo disfrutando de los momentos previos, sin embargo lo tuyo es algo súbito y consigues pasar en cuestión de segundos a ese punto tórrido, ardiente, que cambia la expresión de tu rostro, que, aún de espaldas, percibo turbador e insinuante, y tanto me enloquece...
Cuando tiras de mí noto tu espalda mojada y resbaladiza, y te excita frotarla contra mi pecho que sabes vigoroso, disfrutando de la prominencia de... mis pectorales... Te abrazo por debajo de los pechos y te beso el lóbulo de esa diminuta oreja izquierda tuya, mientras subo mis antebrazos para que resbalen suavemente por tus erectos pezones...
Lo que observo a mis pies no debe ser la espuma de tu bañera, sino las nubes del más alto de los siete cielos...
Ella:
Cierto amor, siempre me da de repente, en cuanto noto tu cuerpo pegado al mío... saber que me conoces tan bien y ver esa sonrisa divertida de tu cara cuando notas mi desconcierto de los primeros instantes aun me pone peor, no sabes cómo me gustaría que no me lo notaras, ni mi timidez ni el calentón que me provocas en cuanto te acercas, es verdad... a mi siempre me dio de repente.
Y encima me da por temblar, es muy ligeramente, pero tu lo notas, lo sé... solo cuando me abrazas me calmo, solo cuando acercas tus labios a los míos empiezo a sentirme segura, solo cuando buscas mi lengua y empiezas a jugar con ella suavemente primero y apasionadamente después es cuando yo me desbloqueo, cuando puedo empezar a darte toda aquella pasión que tu andas buscando en mi.
No se estarme quieta entonces... se me van las manos y el cuerpo entero, ahora soy yo quien te aprisiona la lengua, quien te mordisquea los labios, arriba, abajo, quien juega con tu boca hasta sentirte excitado y rendido... siempre me divirtió sentir tu erección y ver como te aprietas cada vez más contra mi, ahora eres tu quien no sabe estarse quieto, quien acompaña el abrazo de movimientos de penetración...
Pero no te acaricio, quiero sentirte deseoso, que me lo pidas ya con desesperación, cuando me empiezas a besar la oreja... cuando siento tu aliento en mi cuello, cuando acaricias de esa forma tan lujuriosa mis pezones... entonces... entonces es cuando te la cojo, la verdad es... que en esos momentos ya no puedo aguantarme más...
Los siete cielos... esos los rozo cada vez que te la cojo entre mis manos, que juego con ella, que me pides que la lleve a mis labios ¿te dije alguna vez que la tienes maravillosamente apetecible?, uhmmmmm...
Él, de nuevo:
Es el momento más esperado. Y tú lo sabes. Sabes cómo ansío notar el movimiento de tu mano, cómo espero el sensible roce de esos dedos, magistrales, que conocen mis necesidades y fueron hechos a la medida de ellas.
Sabes que a duras penas logro controlar la explosión de placer que a oleadas llega a mi cerebro y hace que me cuestione incluso que estoy despierto. Pero la culminación del placer llega a través del contacto con tus húmedos y calientes labios, lubricados convenientemente, resbaladizos...
Uhmmm... te deseo cada día más.
Y ella:
Ese momento es cuando me tienes, amor. Aprisionada entre tu cuerpo, resbalando entre mis manos toda tu piel, atada por tu brazos y tus piernas, embrujada por tus labios y en tu mirada el único fuego que me hace arder.
No soy yo cuando estoy contigo, soy otra mujer, esa que tu dibujaste sobre el papel de tus sueños, la de tu secreto placer, la amante amiga, compañera de tristezas inconfesables, cómplice de tus desmanes, hembra para tu cuerpo y de tu ilusión la miel, esa que para ti yo quiero ser.
Empuja más fuerte... hasta el fondo... uffff... ¡cuanto te deseo yo también!
elzocato
25/7/2007
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