CAE EL TELÓN
Ella, infeliz funcionaria, cleptómana, fetichista. Cuántas veces soñó con dar el golpe, entrar con su maleta y a punta de pistola y con guante de encaje robarle a ese señor hasta el escaparate.
Pero cada vez que lograba cruzar la puerta titubeante y pobre, detenía sus manos acariciando tímida, cajitas de marfil, candelabros de plata, anteojos, polveras, esencieros, espejos, abrecartas...
El dependiente llegaba y le miraba a hurtadillas, como si adivinara sus pensamientos, su avaricia por tanto cachivache y ella, traidora, con voz cobarde preguntaba el precio de esa pluma o de la pitillera acaso, sabiendo siempre que para ella sería demasiado caro.
Volvía a la calle con las manos vacías ignorando si entre las múltiples memorias de esos objetos de anticuario la aguardaban escondidos y llenos de nostalgia, apagados misterios con que encender sus sueños.
Tejos
P.D. ¿Os habéis dado cuenta que Enric me hace poco caso? ¿Le estaré dejando de gustar?
17/2/2005
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