ELLA Y SUS MERINDADES
Hoy aquí sentada he mirado la tarde perderse sobre la montaña a esa hora indecisa en que la luz se apena de decirnos adiós y no quiere apartarse todavia del tiempo.
¡Qué fatiga tan larga despedirse del mundo, disolverse, no ser, desenlazar la vida de su último abrazo y entregarse a la nada más fiel del horizonte!.
Qué paz siento, que voluntad más pura de no desear nada más, de no querer ya nunca, de abandonarse sóla, para mirar al cielo y no ver otra cosa.
Únicamente aquel que ha sufrido podrá un día descender a la muerte con los brazos abiertos y en el alma su sed.
Sólo después de todo puede arder la nada. Contemplé y ahora tengo bien sembrados los ojos. Puedo mirar la montaña debajo de las hojas y cerrarlos después para apresar el mundo...
Hetaria, huyendo como la luz 30/11/2004
¡Qué fatiga tan larga despedirse del mundo, disolverse, no ser, desenlazar la vida de su último abrazo y entregarse a la nada más fiel del horizonte!.
Qué paz siento, que voluntad más pura de no desear nada más, de no querer ya nunca, de abandonarse sóla, para mirar al cielo y no ver otra cosa.
Únicamente aquel que ha sufrido podrá un día descender a la muerte con los brazos abiertos y en el alma su sed.
Sólo después de todo puede arder la nada. Contemplé y ahora tengo bien sembrados los ojos. Puedo mirar la montaña debajo de las hojas y cerrarlos después para apresar el mundo...
Hetaria, huyendo como la luz 30/11/2004
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