EL PASTORCILLO CASTELAR

Estaba nuestro pastorcillo (Castelar) guardando su rebaño de ovejitas en aquel verde valle en las afueras de Belén. Sacó una navaja del zurrón y se dispuso a comer aquellas migas que su mamá le había preparado con minucioso detalle. ¡Oh, que bien!

Chatillo él, de nariz respingona, labios gordezuelos, ojos vivarachos, en el izquierdo tenía un grano (seguramente un orzuelo), y de carita colorada. Preparado y dispuesto estaba a dar buen comienzo y mejor fin a aquellas migas, se oyó a los lejos una voz dulce, pero algo atiplada.
Pastorcito, pastorcito...
Oye bien lo que te digo
Se ha producido un hito.
¡Ha nacido Jesusito!

El pastorcillo algo mosqueado hacia quien le había hablado:
¡Quien me habla,
quien me llama,
quien me reclama,
a que me coligas!
¡No puedes esperar...
a que me coma estas migas!
–Dijo el pastorcillo con un poco de ira.

¡No pastorcito, no...!
acaba de nacer tu Dios,
toma tu rabel y tu son
y ve a adorar al señor.

El pastorcillo iluminado por aquella estrella que en ese momento atravesaba por el firmamento, quedó anonadado... Arrodillado...
Con los ojos aclarados y con la mente predispuesta tomó el rumbo que aquella estrella iluminaba la genista... y hasta donde Dios nacía, siguió la pista. Quería oír su respuesta.
¡Oh Dios! Milagro del amor
sensación de la ternura
eres la ilusión y el candor...
¡Que lejos de ti queda la amargura!
El pastorcillo quedó postrado ante lo que a su corazón le había arrobado.

El Niño con voz cálida y serena le habló:
Gracias Castelar.
Sé de tus bondades,
también sé de tus calamidades
todo en ti sé que son verdades
dame un beso en la frente,
no te mires en prendas
y da fe de mí...
en el más de cuarenta.

Castelar miro al cielo... lloró de alegría. Dos lágrimas se secó con su pañuelo.

¡¡¡¡ FELICES PASCUAS!!!!
A todas las personas de buena voluntad. 

 

Balda- 

23/12/2003