UNA CIUDAD, UNA CALLE
Hace unos días paseaba por una estrecha calle de una ciudad de este país. Comienza en una plaza sin personalidad, cúmulo de cemento y cristal, en un recodo de la calle una iglesia le da una particular atmósfera al entorno de edificios antiguos sin nada aparente que les pueda hacer destacables, pero uno de ellos destaca entre el resto, si no por su aspecto, por lo que atesora en su interior, y esa presencia me hace saber que...
Hay un lugar...
donde la escarcha
da calor al cuerpo
y el frío viento
puede quemar el alma
He paseado por ella entre luces, al amanecer, en esa hora mágica en que la luz del sol se impone lentamente al alumbrado nocturno, mientras en el cielo su luminosidad oculta las estrellas, pasos perdidos detrás de otros pasos, el mismo recorrido hecho tiempo atrás en mitad de la más oscura de las noches, donde solo un centímetro cuadrado de papel permanece como testigo de mi paso. Horas de espera, con la efímera cosecha de la derrota aplastando los hombros y el cerebro preñado de situaciones posibles, y al final una luz se enciende, una presencia llena toda la calle, la soledad se esfuma y una sonrisa apenas esbozada me dice que haber llegado a esa calle, el paseo y la espera, son lo mejor que he podido hacer en este año que acaba de finalizar, Porque...
Hay un lugar...
donde antes del amanecer
con intensidad el sol brilla
y comienza una nueva vida
sin necesidad de nacer
Feliz 2004 para todos y especialmente para quien vive en esa calle
Nebiros
01/01/2004
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