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_____El blog de los Cuarentones

COMPARTIR SÁBANAS SIN SEXO

COMPARTIR SÁBANAS SIN SEXO

 

¡Sí, señoras y señores! Aunque ni yo mismo lo creía, ahora tengo que reconocer que es posible dormir en la misma cama con un pedazo de señora, sin que se suscite entre ambos el deseo sexual.

¡Coño! ¿Y como es posible eso? Esa pregunta me la he formulado miles de veces y no lo veía posible. Un hombre y una mujer si han llegado a acostarse juntos, irremediablemente tienen que follar. ¡Pues mire usted! No señor, y os lo voy a explicar porque a un servidor le ha ocurrido hace tan solo unos días.

Resulta que a través de un chat de más de 40, un buen día conocí a Isabel. Al poco tiempo se estableció una corriente de simpatía entre los dos, hasta el punto que nos dimos los teléfonos móviles y los correos electrónicos. A partir de ese día hablábamos por MSN o bien por teléfono; nunca nos faltaban temas interesantes que tratar a ambos, por lo que nuestra amistad se iba incrementando cada hora un poco más.

Isabel me dijo, al cabo del tiempo, cuando yo suscité un tema erótico, para calibrar por donde saldría; que ella pasaba del sexo, y que más adelante me aclararía ese tema; por lo que respeté su decisión y cambié de cuestión. Debo adelantaros, que nos conocíamos a través de intercambio de fotos. Ella aparenta los años que me dijo: cuarenta y dos. Es una mujer atractiva, muy atractiva, vamos... mi tipo: ancha de caderas y un buen culo, pero muy proporcionado al resto de su anatomía; y un rostro muy bonito, destacando los ojos y la boca.

Un día fue ella la que suscitó el tema sexual, ya que yo no volví a tocarlo. Me dijo después de muchas explicaciones que no voy a relatar aquí porque sería muy prolijo, que ella no sentía la llamada sexual ni de hombre ni de mujer desde la muerte de su marido, hecho acaecido hacía bastantes años. Lo había consultado a un psiquiatra y le había proporcionado un diagnostico que no recuerdo, pero que define un estado totalmente indiferente hacia la sexualidad.

Quedé un tanto defraudado, ya que uno de mis objetivos era acostarme con ella. Debo aclarar, que un servidor sólo cohabita con señoras que me agraden tanto o más en su personalidad que en lo físico (a pesar de la imagen que tienen de mi en este foro). Si la señora es de mi total agrado entonces es cuando entra el “sátiro” de Castelar, el coleccionista de pelitos de chichi y de bragas. ¡A ver si se van a creer ustedes que yo colecciono las bragas y los pelitos de cualquiera! ¡No hombre, no!

Resumiendo: al cabo de unos tres o cuatro meses de la relación, me propuso algo que me dejó helado. Me dijo lo siguiente:
- Felix, estoy totalmente segura, que ante los miles de defectos y miserias que puedas tener como animal humano, antes, por encima de todo eso, eres un caballero.

Y prosiguió, porque quedé mudo...
- Estoy segura, que si yo te lo pido, serías capaz de pasar una noche conmigo, compartiendo pan, vino y lecho, sólo hablando de las mil cosas que hablamos por MSN o móvil.

Reaccioné al cabo del rato, calibré todas mis posibles reacciones. Por mi mente pasaron como relámpagos decenas de amigos y compañeros que habíamos dormido juntos. Me dije a mí mismo en voz alta:
- Pues claro que si Isabel. Somos amigos, muy amigos; nuestra amistad es pura y exenta de elucubraciones raras.
- Pues te invito a casa cuando quieras.

Vive en una ciudad a sólo poco más de una hora de Madrid. Me inventé un viaje y allí que me presenté. Isabel es viuda de un médico, casa en barrio residencial y un estatus social medio alto.

La primera impresión, (¡cómo se nota la primera impresión si es buena o mala! nadie puede sustraerse a ella, es como cuando ligas un poker o no ligas nada) fue para los dos extraordinaria. Iba mentalizado a cumplir mi palabra y ¡vive Dios! que lo logré; y juro que no me arrepiento de haber pasado una noche en la cama con un “pedazo de tía” sólo hablando de mil temas triviales.

Isabel se desnudó delante de mí como si fuera Nicolás. ¡Uffffffffffff! Le vi “el potorro” to’negro de pelos, el pedazo de culo, y un par de tetas sobre las que la fuerza de la gravedad aún no había actuado.

Cuando nos levantamos, sobre las ocho de la mañana, después de haber estado hablando casi todo sobre los temas del chat y sus consecuencias, me dio un beso en la mejilla y me dijo:
- Gracias Félix, sabía que eras un caballero.

No la dije ni “mú” Pero lo que un servidor pasó esa noche no se lo deseo a ningún macho. Percibiendo ese aroma mezcla “chumino fresco con loewe de señora” es una angustia casi imposible de soportar.

Sólo hice algo mal, pero de lo que no me arrepiento: Sin que de diera cuenta, le robé las bragas que se quitó esa noche... ¡Y oh Gran Dios! en el bidet que Isabel había usado antes que yo, había como media docena de los pelitos que inmediatamente tomé para mi colección. ¿Los habría dejado allí aposta?

Esto sucedió hace como unos 20 días, hablamos a diario de cosas que pasan y me ha vuelto a invitar para repetir la escena.

¡Oh Dios mío! ¿Qué hago? ¡Me debato entre el caos y la abertura! ¡Que alguien me ayude, por favor!!
 

 

Castelar

01/06/2004  

 

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