TE ROBÉ EL AMOR POR LA ESPALDA, ¿TE ENTERASTE?
Lo miró mientras caminaba de espaldas, así le gustaba a ella observarle muchas veces, porque era la forma de mirarlo sin esconder la mirada, sin reprimir el fuego que sentía arden en sus ojos, el deseo por aquel hombre. Era la forma de observarlo con la verdad de lo que le inspiraba sin que él se diera cuenta.
En la distancia acarició su cabeza, metió dulcemente sus dedos entre su cabello, beso su nuca y se abrazó a su cintura, dejó que sus labios entreabiertos se deslizaran por el cuello y por sus hombros, deslizó suavemente la mano por sus espalda. Aquella espalda que ella percibía desde mucho antes contraída por un peso de cansancio, no sabia los motivos pero intuía que algo le pesaba desde hacia tiempo.
El caminaba lentamente, tal vez en algún oculto lugar de su interior percibiera que estaba siendo acariciado, tal vez no quería que aquella inexplicable sensación desapareciera, siempre fue un tal vez...
Se sentía segura, era imposible que él estando de espaldas pudiera verle el rostro anhelante y lleno de amor, tampoco podía ver las imágenes que ella disfrutaba en su mente, ni podía ver como le había obligado a darse la vuelta y a mirarla frente a frente ni como lentamente lo iba desnudando, ni como se desnudaba ella al mismo tiempo despojada del temor y la timidez porque la mente siempre es más libre, más promiscua y más osada.
Las ropas caían al suelo del bulevar junto a la margen del río, las luces de la ciudad empezaban a encenderse y los sonidos del tráfico eran solo una música que se perdía en los rincones de una realidad diluida y contradictoria. Solo un hombre y una mujer viviendo para ellos, abriendo la puerta al deseo y a la necesidad de amor, lo demás solo importaría cuando aquel momento hubiera terminado, al final de lo tiempos de su necesidad.
Él empezó a temblar al sentir las manos de ella recorrer con suavidad todo su cuerpo, se mantenía quieto mientras el deseo por aquella mujer iba minando todos sus propósitos y su fría indiferencia hasta aquel momento. Miró fijamente los labios de ella, quería, deseaba besarlos, sentir su calor, saber del sabor de esa boca...se inclinó casi sin darse cuenta en un gesto por alcanzarlos pero ella le retuvo y le obligó a mirarla a los ojos, entonces es cuando él comprendió el temor que antes sintiera, los esfuerzos que había hecho por no mirarla nunca de cerca, las ganas que sentía de correr y alejarse cuando ella se acercaba...
Era tarde...ella lo estaba poseyendo ya, le estaba robando una a una todas las caricias que él había retenido a lo largo de su vida, todas las palabras que jamás pronunció, todos sus deseos ocultos afloraron para entregárselos a ella, y entonces supo con certeza que siempre había temido que aquel momento llegara, que ese día iba a entregar su virginidad por primera vez, lo supo mucho antes pero hasta ese momento no fue consciente de hasta qué punto estaba condenado a no escapar.
Se dio cuenta que jamás había deseado con esa magia casi dolorosa de placer esclavo y tuvo miedo, pero solo fue un instante... ella ya le estaba entregando su cuerpo y él quiso sentirse morir amándolo...
Nunca más sería tan necio de perder a esa mujer...no, nunca más...
Sonó el despertador...tenia el tiempo justo para levantarse y desayunar, no quería perder el autobús...¿qué querría decir aquel sueño que se repetía durante semanas y que le hacia despertarse sobresaltada mientras sentía un orgasmo fuerte, placentero y liberador?.
Ay, los sueños traidores!
Que ustedes disfruten un fin de semana emocionante de bueno, buenísimo.
Mila
20/08/2005
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