ANOCHE ME TIRÉ A LA TEJOS
No estaba nada mal, pero que nada mal. La chica me parecía de las de 25 años, en todo su esplendor, natural de Sierra Leona (poblado de Waykahari), con pelo negro y rizado y pantalones tan ajustados que dejaban entrever las formidables formas que debía tener al desnudo. En la barra, antes me había servido siete vaqueritos y un Martini seco; mientras, durante el tiempo que estuvimos hablando, con mucha sutileza y dulzura me explicó el porqué de “La Tejos” y poco a poco me fue contando su vida. Lo cierto es que intimamos bastante.
Le agradecí la botella de whisky que me regaló para que me la llevara a casa (la entregan como regalo sólo a los clientes habituales, a los más solventes), aunque me la bebí allí mismo, por aquello de no ser aconsejable ir cargado de alcohol en los coches. Creo que le gustó mi forma de ser, quizá por saber escucharla y comprender cómo era su vida y la de muchas otras inmigrantes africanas. Y aunque en esos sitios las cosas son como son, es indudable que después de una larga conversación pueden surgir relaciones más que amistosas entre las personas, fuera de lo estrictamente profesional, pero yo no le di mayor importancia al hecho.
La cosa fue a más sin apenas percatarme. Y no es que uno vaya de salido por la vida, pero no es de piedra, y reconozco que al mirarla sentía lo mismo que cuando me como un plato de allipebre (anguilas de la Albufera de Valencia, carísimas, algo sublime), pero a oscuras -yo lo veía ya todo negro-. Lo cierto es que no imaginaba lo que me iba a suceder después, pero pasó lo que tenía que pasar; quizá era el destino. Me dijo que esos servicios costaban 60 euros, pero que al estar ella por medio, y tratarse de aquel lugar, sólo me costaría 30 euros, aclarándome que el asunto no duraría más de 20 minutos, aunque para mí eso era lo de menos, ya que una vez con una amiga rebuenisima, dueña de una avioneta, sólo tardé 5 minutos.
Acepté su propuesta, claro está y créanla cuando dice que a veces lleva el coño rasurado. En aquella ocasión lo llevaba pero, eso sí, con estilo, aunque bien pensado tampoco me hubiera importado que lo gastara salvaje. Debe ser todo un espectáculo.
Paulito
7/2/2005
RE:
Te encrespé desde el primer momento que me viste llegar, mi orgullo te puso en guardia, provocó..., ¿cómo lo diría?... puso a la defensiva todo lo que había en tí de reprimido, oculto y maligno. Te sacaba de quicio que me hiciera la lady, que te tratara con tanta frialdad y hermetismo... cuando sabias de sobra que dos o tres meses antes me había revolcado apasionadamente en la cama con otro hombre, desnuda como un animal, gimiendo de placer, los dos cuerpos pegados el uno al otro como dos labios...
Ése era el pensamiento lacerante que te abrumaba mientras yo te miraba orgullosa, fría e inaccesible. Y entonces todos tus músculos se tensaron... te obsesionó la idea de humillarme... a partir de aquel momento veías mi cuerpo desnudo a través de mi vestido..., a partir de aquel momento vivías con la idea de poseerme, de arrancarme un gemido de mis duros labios, de sentir arder mi voluptuosidad, como lo había sentido aquel otro hombre.
Las mujeres de apariencia fría, altivas habían ejercido siempre sobre tí un gran poder. Pero ahora, además, se añadía a ello el hecho de que durante tanto tiempo sin haber tenido a una mujer blanca, eras incapaz de resistirte.. porque yo era blanca... ¿Comprendes ahora Paulito?
Y ahora, hazte la pajilla y relájate.
Tejos
RE:
Coño Tejos! ¡Que es lo que me pasa! ¡No lo puedo creer! Pero es que al leer tu mensaje me he puesto cachondo. Te juro que he tenido una erección salvaje. Todavía retumban en mis oídos los ¡tocccc... tocccc! de mi miembro al repicar contra mi vientre a la altura del ombligo.
¡Joderrrr... joder..... joderrrr! No me lo puedo creer. La explosión final llegó cuando me di cuenta que cambiaste por nacaradas las endrinas y prietas carnes. Creí que reventaba, Tejos
Paulito
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