ARDORES EN LA ENTREPIERNA
Cuando llevas una semana de abstención carnal, empiezas a sobrevivir a base de sucedáneos e imaginaciones. En ellas, contrariamente a lo que se dice, no creo que los chocolates sean los elementos más recurridos, salvo para las monjitas mojigatas, que juegan al amor puro y a la procreación como único fin del goce del propio cuerpo.
Hay objetos, como los mangos de la ducha que suplen dichas carencias, sin mayor complicación. Lo utilizan las más clásicas, las vergonzosas y las más tímidas consigo mismas, en esas cesiones a la tentación, tras dejarse llevar por los pensamientos impúdicos y haberse acariciado inocentemente con la mano enjabonada para quitarse el olor de humedades pasadas. Como decía, este es el método tradicional más recurrido. No tiene los tintes de vicio que pueden tener los dedos y hace el mismo efecto, si no, mejor.
Para las más sofisticadas y previsoras, siempre hay otros recursos más atrevidos de la familia de los consoladores. La verdad es que quien lo bautizó, tenía la mala leche en tarros concentrados. Dicen que el vibrador a púas a tres velocidades, es el más solicitado últimamente, dada su efectividad en cuanto a rapidez y capacidad de excitar, llegando a grados de 10, en la mayoría de los casos. A la zaga, según encuesta publicada en varios diarios especializados, van el gusanito azul travieso, el consolador púrpura gelatinoso de diferentes medidas y las bolas chinas. Todos en sus versiones de manual y a pilas, menos las bolas, que suelen ser más utilizadas para realizar experimentos por detrás, ya que dicen, es mucho más fácil de tocar ese punto G de los machos arrepentidos.
Por supuesto, a ciertas edades, debe ir acompañada de un buen lubricante con PH neutro para que no tenga efectos especiales. El primer aparato referido, además de la pila, contiene un pequeño compartimiento expendedor de vaselina.
Para las más naturales, se dispone de la caricia dactilar, recurso siempre a mano, salvo las que se hayan dejado las uñas muy largas. Pero éstas, siempre pueden recurrir a su yorkshire, ese chucho coqueto y juguetón.
Ahora están haciendo furor unas colonias con composiciones químicas iguales a las feromornas que despiertan la lívido de las damas. Para ponerse a punto, se trata de comprarse un frasco, una prenda masculina, rociarlo de esta colonia, imaginarse dentro de la prenda tu objeto sexual de carne y hueso, y: ¡voila!, tu órgano vomeronasal lo capta de inmediato y se pone a trabajar todo tu cuerpo.
Lo de ellos es mucho más aburrido y no necesita comentarios. Ni imaginación.
Que tengan una afectiva semana y les llenen de calor. Si no, ya saben, ustedes mismas.
Oscar_Lois
18/12/2005
0 comentarios