AQUELLOS OTROS FOROS
Aunque nunca he llegado a entender que las amapolas tengan esa cualidad, asumo el dicho. Soy tan de pueblo como las amapolas. Y en mi pueblo, cuando yo era un chaval, conocí otro tipo de foros, nada virtuales, y que aún hoy se conservan entre la gente mayor. Las pocas veces que voy por allí, todavía me gusta integrarme y escuchar a los viejos.
En las noches de verano, los vecinos sacaban unas sillas a la acera, en la parte delantera de las casas, se concentraban en el lugar más cómodo y, aunque parezca increíble, charlaban amistosamente. Del trabajo, de fútbol, de los estudios de los hijos, de fulano, que había vuelto de Alemania... De cualquier cosa. El tono podía elevarse comentando la última carrera de Gento por la banda izquierda, discutiendo sobre el modo tradicional de preparar unos callos con garbanzos, o simplemente bromeando. La abuela siempre decía lo mismo: "Mira qué bien se ve hoy el carro". Y yo, haciéndole caso, levantaba un rato la cabeza hacia la Osa Mayor y luego recorría con la vista la oscura cúpula estrellada, de parte a parte.
Lo único que no me hacía mucha gracia era tener prohibido chupar palos de regaliz. Pero me resultaba agradable permanecer allí un buen rato, antes de ir a dormir, tomando "la fresca" y escuchando las conversaciones. Se respiraba un magnífico ambiente.
Es una costumbre que se va perdiendo, como tantas otras.
Estos otros foros, en cambio, se parecen muy poco, cada vez resulta más difícil encontrar tranquilidad. Pero es lógico, también hablamos menos con nuestros vecinos, a muchos de los cuales ni conocemos, vemos demasiado la televisión y, ahora, para más I.N.R.I., dedicamos demasiado tiempo a Internet. Nos relacionamos menos, nos comunicamos menos.
Aquellas reuniones van desapareciendo, por el cambio de costumbres y porque sólo las mantienen generaciones que, por ley de vida, van desapareciendo.
Y estos foros, en mi opinión, irán desapareciendo poco a poco, en vista del mal ambiente que promueven determinadas personas, dejando paso paulatinamente a foros temáticos o restringidos, en que sólo se permite escribir, o incluso acceder, con una identidad previamente registrada. Es, seguramente, también, ley de vida.
Salud.
Abey
26/10/2004
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