DIGNIDAD PERDIDA
El hombre entró en los servicios pensando en el puto informe que el puto jefe de área le había requerido para última hora de la tarde como máximo. No sabía por dónde meterle mano. O mejor dicho: sí sabía, pero no era la mano que al puto jefe de área le hubiera gustado. Al p.j.a. le gustaban los informes putos (como él mismo) que jodieran a diestro y siniestro para darle la oportunidad de joder a los demás todo lo que quisiera. (Es preciso hacer un lapsus para hacer notar el doble uso de la palabra "joder"). En cambio, el hombre que mecánicamente se había situado ante el alveolo urinario gustaba de informes contemporizadores, que dieran la oportunidad a unos y a otros de arreglar las situaciones comprometidas, o de señalar el éxito de aquellas que a buen fin hubieran llegado.
Dándole vueltas al informe, se había bajado la cremallera y había comenzado a miccionar sin apenas darse cuenta de lo que hacía. Pero el hecho mismo de la micción le relajó y miró entonces hacia abajo viendo el chorro amarillento y su punto de caída, pero no su origen. "¡Mecagüenla, si no me la veo!", se dijo notando la prominente barriga que la corbata decoraba en un plano inclinado.
El informe desapareció rápidamente de su cabeza. Lo primero es lo primero. "No la veo, pero me la voy a ver, seguro". Miró a derecha y a izquierda, confirmó que se encontraba solo y sin ruidos cercanos, y comenzó a sacudirse la cosa mientras pensaba en Rosana, la maciza secretaria de la directora del servicio de atención al cliente, cuyo friolerismo permanente hacía que tuviera los pezones siempre duros.
"Sí, sí... crece, bonita, crece", pensaba satisfecho notando como la erección cobraba firmeza. Cuando notó en su mano la plenitud, volvió a mirar hacia abajo...
¡¡CAGÜENLAAA!! ¡Si así tampoco me la veo! ¡Maldita sea...!
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Llegó la hora de comer. "¡Ponnos unas cervecitas mientras nos traes la comida, Jaime!", dijo al camarero uno del grupo con el que solía "nutrirse" cerveceramente antes de la llegada de los primeros platos. Él cobró valor y señaló: "No, para mí no. Yo sólo agua".
Al fin y al cabo, un lunes era el mejor día para comenzar la reconquista de su perdida dignidad genito-visual.
Saludos en lunes
Sacapuntas
14/11/2205
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Anónimo -