SORPRENDENTEMENTE SIGUEN VIGENTES ESAS MIRADAS DE AMOR
Se miraban de reojo, con avidez unas veces, con timidez otras pero no se decían nada. Él repasaba continuamente los papeles que tenia sobre la mesa del despacho, ella escribía algo sobre un pergamino de color limón.
Hacía calor y el ruido de las aspas del ventilador llenaba la estancia, pasaban las horas...deberían ir a comer pero ninguno parecía darse cuenta de la hora que era, si se levantaban no podrían seguir contemplándose a hurtadillas y aunque ninguno de los dos hacía nada por aproximarse tampoco parecían querer renunciar a mirarse.
Él le hablaba con la mirada de su deseo, de su nostalgia, de sus sueños, de las ganas que tenía de acercarse y de abrazarla, de decirle al oído todas aquellas frases que ella le inspiraba día a día, pero no podía, aun no...una parte de su corazón lo empujaba hacía aquella mujer y otra parte de sí mismo calibraba sin cesar los riesgos, las distancias, los problemas que ambos podrían tener, las dependencias emocionales que podrían surgir, los inconvenientes de aquella relación si sobrepasaban el límite que se habían propuesto y sobre todo la distancia...
Ella lo acariciaba con la mirada, hubiera querido enredarse en su piel, dejar de ser ella para ser solo parte de él. No sabía si realmente lo amaba o era un espejismo pero nada parecido a un sentimiento real podía dejar traslucir, no podía decirle lo que le pasaba cuando lo sentía cerca, no podía ponerlo en el compromiso de corresponder o de negar aquel cariño, aquel amor y aquel deseo.
Una parte de ella quería correr hacía él y abrazarle, pedirle que la dejara regalarle su amor, otra parte aguardaba en silencio y respeto las pautas de una atracción que se hacía más patente a medida que pasaban los meses. No haría nada que pusiera en peligro la magia de aquella relación.
Intuía la lucha interna de él, sus problemas personales, sus temores, su inseguridad y sobre todo el esfuerzo que hacía por mantenerse alejado convenientemente.
Era un amor que se alimentaba de miradas, de roces con apariencia casual, de frases insinuantes o inacabadas, de acentos tiernos de muchas de las palabras que se intercambiaban.
Era un amor
de pasiones calladas,
amor adivinado,
en un deseo, un sueño,
una ilusión...
Moraleja: Mal de muchos consuelo de tontos.
Con el alma fatal y errantemente nostálgica, un recuerdo a todos los que en algun momento sintieron o siguen sintiéndo algo así.
MollFlanders
19/6/2004
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