LA RUBIA DEL GIMNASIO

Después de varios intentos he conseguido programar mis actividades para acudir de manera regular al gimnasio y desde un tiempo para acá consigo escaparme tres días en semana. Tiene los ojos verdes, el pelo ondulado que acostumbra a recoger con una cola y una grácil figura que enfunda en un ajustado maillot de color negro, permitiendo adivinar las partes que sustrae a la vista de los que nos peleamos con mancuernas y poleas.

Creo que la rubia (aún no sé como se llama) ha sido determinante para la regularidad con la que levanto pesas y, desde luego, contribuye sobremanera a hacer menos monótono el circuito que me marco a diario. Hace bicicleta a mi lado durante quince minutos y luego se marca casi un centenar abdominales desde donde yo pueda verla, creo que sabe que deleita (la joía) y se divierte con ello.

Pero donde se pone sensual a rabiar es en la máquina de abductores. Abre y cierra las piernas con elegancia y frugalidad, asida al asiento y descubriendo (orgullosa) los prominentes senos al tiempo que entreabre los labios para bosquejar una cautivadora sonrisa. Lo mismo hace cuando prepara los glúteos y vuelve la cara hacia atrás para ver hasta donde llegan sus bien torneadas piernas... uffffff, no hay mal que por bien no venga y es que consigue que hasta me pase en las series.

Hoy me ha pedido que haga remo con ella y aún lamento haberle dicho que no podía, que tenía que cumplir la rutina, pero sospecho que el miércoles me veré navegando con un mar de fondo... verde esmeralda.

Dino, el cátaro hereje.

El_cataro

2/2/2004