QUERIDA TÍA TELA

Después de tan larga estancia entre nosotros convendrás en que el estío no fue en realidad tan penoso trance, ya ves que ni las pétreas agujas del viejo reloj del Ayuntamiento se mueven debido a las heladas constantes y la desidia del capellán, el alcalde y las señoras de los jueves en el café Paris.
El cielo plomizo dibuja el carácter de estas gentes de figura plana y mirada brillante, ni los carnavales llegaron nunca a este villorrio. Creo que cuando el abuelo Ginés se refiere a ellos debe ser una de sus fantasiosas batallitas, tan ciertos aquellos escarceos callejeros de todo un populacho como de cierto que no hay moscas porque no aprieta el calor y la sudor rancia.
Quisiera que estas letras, mi querida tia Tela, sirvieran para enjugar mis lágrimas, quisiera saber explicarte con mis pobres letras de poca escuela este sentir que desde provincias sentimos Josita y yo. Nos duele el alma tía, tengo en sospecha que nos duela de vacío pero por ahora no me atrevo revelarte el sufrimiento que desde nuestra aldea a tu gran ciudad tal vez no entendieras, tal vez más adelante y en tu próxima visita.
Solo quiero que recuerdes algo aunque no lo entiendas de corazones tan poco ilustrados, sufrimos de lo que callamos en torno a la mesa familiar y aunque participemos con una sonrisa y una buena intención, nunca fue más alto nuestro socorro ni más sonoro nuestro grito.
Cuídate mucho tita y regresa pronto, antes de que mis primaveras ya sean aros de cebollas y sobre todo antes de las carreras de caracoles en Setiembre.

Que Dios te guarde muchos años tita, recuerdos de padre que está a mi lado. Le mando esta a través de Tomás el de la cancela de la Inés que dice que me manda la carta como manda las suyas desde Internet.

Dolores Cuestamar

Invitad@


20/2/2007
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