SUEÑOS Y CERTEZAS

La noche de San Juan en Granada. El fuego purificador que inicia un nuevo ciclo y la boda de estos amigos, que decidieron ponerse el mundo por montera y apostar por el amor, por un futuro esperanzador, por los dos. No ha sido fácil. Rupturas, desafectos, alejamientos... pero creyeron en el mañana y allí estaban, felices, la magia de la Alhambra con las tenues luces del atardecer y las callejas del Albayzín, transportándonos a otras épocas, a la sensualidad de los colores y olores especiados de las medinas árabes, al bullicio de sus gentes, al trasiego de mercancías y las miradas profundamente oscuras y turbadoras. Granada, siempre hermosa, último reducto de aquellos antepasados injustamente desdeñados y cuya sangre corre sin duda por mis venas, aunque se obstine en negarlo mi apariencia. Tierra de mestizajes, como el de estos amigos que, desde las cálidas tierras mediterráneas y los fríos alpinos, han visto converger sus caminos y tomado un nuevo rumbo, probablemente incierto -como todos- pero repleto de ilusión.

He llorado de emoción y he sabido que el futuro no rehuye a los intrépidos, a los que están dispuestos a asumir el riesgo y no temen apostar. Granada, donde la voz de la reprobación dijo una vez "Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre", y he pensado que esa madre, superviviente nata, victoriosa en tantas intrigas cortesanas, cometió el error -como tantas mujeres- de esperar valentía en un hombre, en aquel hijo por lo demás desapegado de ambiciones de poder. Y he buceado en mi insignificante historia y hecho recuento de aquéllos a los que he conocido, amigos, compañeros, amantes, coleg..., en la inmensa mayoría de los casos paralizados por sus miedos, aferrados a mezquinos presentes, atenazados frente a la confrontación con la realidad. Y he pensado en los forjadores de leyendas, burlas crueles sobre la condición humana, ironías que se repetirán hasta el fin de los tiempos para perpetuar la confusión y el desencuentro.

Pero ahora sé que es posible encontrar una luz más allá de estas nieblas que tiñen casi siempre mi espacio, una cálida luz que arropa los sueños y las esperanzas. Los sueños, al alcance sólo de los que se aventuran por territorios ignotos con plena confianza en sus fuerzas y en sus deseos. Una luz que se apaga cuando la mezquindad se impone a la ilusión. Pocos privilegiados los que viven la esperanza en presente.

Sería de justicia y deseo de todo corazón que estos amigos vean cumplidos todos sus sueños. Su apuesta bien lo merece.

Saludos

Vega


26/6/2006

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