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_____El blog de los Cuarentones

EL DULCE DE MI VIDA

EL DULCE DE MI VIDA

Aun tenia en mi boca ese sabor ácido y dulce de los últimos instantes en que se me rindió, dormía plácidamente con una sonrisa en sus labios y su brazo rodeando mis caderas fuertemente como si no quisiera que me escapara. Nuestros cuerpos estaban cubiertos de sudor pero ninguno de los dos podría decir que nos faltó algo, en aquellas últimas horas, por darnos mutuamente.
 
Me deslicé como pude de ese abrazo fuerte y dulce y me levanté de la cama, de no hacer tanto calor hubiera permanecido más tiempo sin ducharme, me gusta conservar en mi piel el olor de su cuerpo, me gusta todo lo que ese hombre me da, me gusta su forma de ser, su sonrisa, su forma de acercarse a mi en silencio, porque su forma de hacerlo dice muchas de esas palabras que entre nosotros no son necesarias pronunciar.
 
Me gusta su estilo dulce y al mismo tiempo lujurioso de besar, la forma en que pasa sus dedos ágiles y suaves por cada rincón de mi piel, cómo se le quiebra la voz casi en un susurro cuando está excitado, su entrega total con el sexo y al mismo tiempo los deseos de complacerme buscando mi placer de mil y una formas diferentes.
 
Siempre parece que vamos descubriendo posturas, palabras y movimientos nuevos, y sobre todo hay algo que me enloquece de él; esa forma de moverse cuando me penetra, acompasada y lenta, como queriendo saborear cada movimiento hacia fuera y hacia dentro, pero de repente acelera ese vaivén tanto que me vuelve loca y me provoca las humedades más intensas que jamás ningún hombre supo provocarme.
 
Así, me acelera el orgasmo de forma brutal, pero, en cuanto se da cuenta de que estoy a punto frena cada movimiento de tal forma que siento deslizarse su miembro caliente, húmedo y exultante de potencia hacia dentro con tanta lentitud que me provoca un deseo insoportable, me parece sentir que pasa una eternidad hasta llegarme de nuevo a llenarme hasta el fondo.
  Sabe hacerme el amor como nadie me lo hizo antes, prolongando su placer y el mío hasta límites casi insuperables, disfruta oyéndome suplicarle que me la meta hasta el fondo y que se mueva más rápido, su sonrisa y su cara de satisfacción cuando me oye esas súplicas, casi gritando ya, me compensan de la tortura del deseo que me provoca.
 
Es algo extraño lo que me ocurre con él, sabemos mantener nuestra independencia, incluso nos ausentamos el uno del otro a temporadas, pero siempre hay algo que nos vuelve a acercar y cada reencuentro se convierte en miles de cosas por descubrir el uno del otro. Aquellas cosas que no se quisieron decir por temor fluyen de repente espontáneamente como si antes ya las hubiéramos sentido aun sin hacernos conscientes.
 
Y todo eso lo iba pensando cuando me duchaba, y sentí que aquella forma especial de saber vivir nuestra relación nos ayudaba a que se pudiera prolongar en el tiempo y en la intensidad sin crearnos ningún problema, éramos tan similares en la forma de sentir y de querer vivirla... por eso cada día le quería más.
 
Volví al dormitorio y abrí la ventana para que corriera el aire, él seguía durmiendo plácida y relajadamente, saqué unas cervezas del frigorífico y unos saladitos que encontré, lo dejé preparado encima del velador, iba a despertarlo suavemente con la punta de mi lengua humedecida de mucha ternura por el borde de su oreja, justo como a él le gusta que lo despierte.
 
Nos tomaríamos aquello fresquito y esperaría a que se duchara, teníamos que ir a cenar a un sitio que me había anunciado que me gustaría y luego volveríamos, solo eran las ocho de la noche y quedaba mucha noche aun para seguir amándonos.
 
Sin remedio, cada día se hace más intenso el deseo por este hombre, él ha sabido templar la cuerda de mi querencia por él muy hábilmente, por eso no puedo ya negarle nada de lo que me pidiera. O distancia o acercamiento, todo se vuelve imán de pasiones consentidas entre nosotros que nos acaba acercando inevitablemente de nuevo una y otra vez. El éxtasis de esa química sensual y amorosa es posible hasta en la ausencia.
 
-TodoslSantos-

    

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