MI CASA, MIS RECUERDOS, MI VIDA
Había refrescado y acortan las tardes anunciando el final del verano. La casa era esa misma que ahora nos recuerda: el portón oscuro irguiendo en la fachada su dintel abrazado por las enredaderas, las salas tan umbrías como el pinar cercano que siempre atravesábamos para bajar a la plaza y, al abrir los postigos que dan hacia el poniente, el gran balcón con su barandilla de madera.
Ya sé que no es necesario pronunciar el pasado cuando vive escondido durante tantos años en el corazón. En silencio avanzo por la quieta penumbra. Me conduce el instinto de quienes reconocen lo que nunca olvidaron. Regreso al fin.
Fiel como rehén, lo mismo que los cómplices encuentran el lugar común sin previo aviso, igual que dos amantes que acuden a su cita. He vuelto y sé, como dicen que saben los que tanto han amado.
Detrás de mi sombra hay caminos secretos, sobre mis pisadas ha caído la hierba y al mirar a lo lejos, sólo veo las cosas que dejé atrás.
Septiembre, ¿lo recuerdas? Después han sido tantas lunas que este ocaso se resiste a ceder su luz. Qué hondo resuena aún aquel viento de la montaña, -lo llamábamos oralle- en los desnudos troncos que azotó la lluvia de tantas tardes.
Es hermoso sentir el alma tan madura, tan cosecha del tiempo, así, muy desprendida, a punto de volar y sin embargo, grave.
No hubo engaño. Fue tan breve. Un solo sorbo basta. El fraude es este cielo fogoso y transparente tan joven como fui.
La noche llegará y con ella la sombra, pero no hay que temerla... estoy en mi casa.
Un saludo trasnochado para todos ustedes.
Hetaira, intalada en las landas de la melancolía.
3 comentarios
Marcelo -
Analysta -
Algo parecido me ocurrió con las tuyas, las que están tres mensajes más abajo; creo que me cegaron tantos sueños que soltaste por la ladera de la montaña.
Besos mil.
Sakkarah -
Un saludo Analysta, y resto del equipo.