REVOLOTEAS EN MIS CAVILACIONES
Después nos mediremos sólo con la mirada, calibrando la fuerza, el riesgo y el impulso, la cólera, el valor, la vehemencia ciega de los motivos para el violento envite en pleno pecho.
Ahora, por un instante, estamos despojados de nuestros atributos, en viva piel, trenzados, abrazados, con los miembros ungidos frente a la chimenea y las llamas destellan la grasa y el sudor en nuestros cuerpos fundidos, indistintos, cómplices y rivales, amantes o enemigos quién pudiera decir de qué contienda interminable u hosca.
Más tarde, en el foro, seremos dos espadachines en la ágil esgrima de salón, blandiendo los floretes con ímpetu desmedido, dispuestos a quebrarnos el alma con los huesos. A muerte. Siempre a muerte.
Como dos contrincantes de esa oscura pasión antigua que es la vida. Que es el amor, que es el juego. Sin treguas y sin pactos. O tal vez, ¿por qué no? con la pausa precisa para ganar aliento y humedecer labios con el licor agraz de lo irreconciliable.
Tú y yo desafiantes, fieros, irreductibles en eterna querella que dure lo que el tiempo, como si un dios, airado y vehemente, desde nuestros inicios, lo tuviese previsto para unirnos...
Hetaira, con la voz del callar haciendo gestos.
26/9/2004
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