CORRIDAS Y COLORES

Hay que reconocer que la tendencia de los últimos tiempos de recrearse con el lenguaje para definir colores, es como mínimo estimulante. Con ocasión del enlace aquel y su correspondiente traje de novia, escuchamos hasta el hartazgo aquello de "blanco roto". Y antes y después de aquello, adjetivos imposibles juegan al corro con los colores más insospechados.

Animada por esta coyuntura, me estoy confeccionando unos peúcos de color "rojo trapisóndico" por ver si así, se me alegra un poco este invierno "gris descabalgado".

Pero ése no era el tema. Las corridas... ahí desde siempre, se han desplegado todo tipo de prodigios semánticos para acompañar a los colores. Al margen de nuestro gusto o desprecio por los toros, no me negarán ustedes que representa un auténtico deleite escuchar o leer definiciones de los trajes de luces como "catafalco y oro", "espuma de mar y azabache" o "esperanza y plata". Tampoco escasea la riqueza lingüística para los colores de los toros; recuerdo un "castaño chorreado en verdugo" que por fuerza debía ser un animal bellísimo. Y casi que me dan ganas de solicitar a mi estilista que me tiña el pelo de "negro, bragado y meano".

Y quedan las otras corridas... Sus ojos se pintan de embeleso. Sus manos dibujan pinceladas del color de la lujuria por toda mi piel, para dar paso a nuestros cuerpos unidos que despliegan tonos encendidos, caprichosos, expectantes, consentidos, sudorosos, y siempre nuevos. Colores por estrenar en cada uno de nuestros encuentros.

Por más que quisiera, no encontraría colores suficientes para describir el cielo al que él me lleva cuando me ama.

Buenas noches.

_Tristia_

16/1/2005