LA NOCHE...
Ese tiempo en el que el amor se viste con los harapos de la mendicidad y el sexo es objeto de rebajas. Tiempo en que soledades no asumidas son devoradas por el opaco brillo de falsas estrellas. La noche posee para mi una sonoridad característica, somieres que crujen bajo el movimiento de cuerpos, cuerpos desnudos y sudorosos que se poseen, sexos ardientes y chorreantes....sonidos nocturnos en la intimidad de la vivienda....sonidos de amor y vida.
Y no, todos esos sonidos de vida se desarrollan principalmente en habitaciones de hoteles y lejos del domicilio conyugal, y me apena, me apena comprobar que las viviendas poseen calefacción porque el calor entre sus moradores es inexistente, porque en vez de abrazarse mutuamente se abrazan a sus respectivos ordenadores, porque en vez de follar a diario en casa, se conforman con cibersexo diario y de vez en cuando sexo en hoteles.
Pensad que Elfo_llador presta un gran servicio a la sociedad procurando compañía y placer a tanta mujer insatisfecha con su pareja.
8/8/2007
Lejos de las acepciones que nos ofrece el diccionario de nuestra gloriosa RAE, coincidirán conmigo que el morbo, coloquialmente al menos, ha dejado de entenderse como algo enfermizo a favor de una más aseada atracción por lo prohibido, por todo aquello que presumiblemente no está a nuestro alcance. 
En verdad me produce una inmensa alegría ver como el foro derrocha imaginación, aunque sea en cuestiones de sexo, porque, qué duda cabe, eso repercute en la felicidad de las personas. Está demostrado que la felicidad plena es un estado que sólo existe instalado en la fantasía, puesto que las realidades acaban irremisiblemente importunando al ser humano. 
Los seres humanos tenemos una característica compleja: la de ser capaces de organizarnos. Los animales también lo hacen, en su caso lo hacen por el propio instinto y en el nuestro es fruto de un largo proceso de hominización. 
Me sorprenden siempre esas reuniones donde los ricos se obcecan en hablar del valor del ahorro, los ociosos se extienden elocuentemente sobre la dignidad del trabajo y los políticos aburguesados, vecinos de barrios nobles, redundan en discursos sempiternos sobre la necesidad de construir viviendas sociales. 
Ando, entre canalla y displicente, cual personaje perdido en novela de Larra, provocativo en desdenes variopintos hacia mi propia inutilidad y mis fracasos. Y reconocerlo así, de entrada, es reírse de sí mismo, cual hiena ríe la naturalidad de su propia existencia y la de su enemigo. Ello va más allá de la falta de respeto a las reglas e invita a la reflexión a todas aquellas gentes que andan sumidas en el terror de la rutina, simplista y acomodaticia, obedientes sin complejos de la tradición social, provenga de condición burguesa, militar o religiosa. Es una manera, como otra cualquiera, de romper con refranes, fábulas y supersticiones, anclados en la más rancia tradición del sentir común sobre lo correcto, lo sensato y lo cortés. Falsedades vulgares al fin y al cabo. 
Ocurre por lo visto que la vida no es un camino de rosas y las dificultades están al asalto en cada esquina, pero por lo visto también ocurre que cada uno de nosotros las encara de diferente manera y mientras a unos se les crecen en importancia exagerada solo por su actitud de no enfrentamiento, otros caminan por entre ellas sin torcer el paso en apariencia. 
Hace años, demasiados diría yo, empecé con los chats, en la época que los ordenadores eran unos simples 386, es decir, en los albores de la historia misma de este mercadillo de ocasiones amorosas. 
Es curioso cómo en los chat y en los foros empleamos tanto tiempo y tantas palabras en hablar de amor. No digo sexo, que lo puedo entender como producto de una necesidad primaria y acuciante, sino de sentimientos. 
Con la anterior meditación autobiográfica (Sí, Granada, 24 de junio de 2006, boda de Natacha y Jorge) he desvelado mi identidad, para alguien al menos. No importa porque me marcho ya, como he hecho otras veces, para volver quizás en un futuro o para no regresar. Es lo de menos. Ha llegado el momento de recapacitar, de encaminar de nuevo los pasos hacia otros destinos o estaciones de paso. Puede ser que, dentro de un tiempo, recuerde y añore este mundo y decida volver, probablemente con otro registro y no ya como Vega, Pitonisa, Agreste, Descarriada o tantos nombres como he usado, aunque nunca Periquita, a la que recuerdo con cariño. Un anónimo deambular por un mundo anónimo. 
La noche de San Juan en Granada. El fuego purificador que inicia un nuevo ciclo y la boda de estos amigos, que decidieron ponerse el mundo por montera y apostar por el amor, por un futuro esperanzador, por los dos. No ha sido fácil. Rupturas, desafectos, alejamientos... pero creyeron en el mañana y allí estaban, felices, la magia de la Alhambra con las tenues luces del atardecer y las callejas del Albayzín, transportándonos a otras épocas, a la sensualidad de los colores y olores especiados de las medinas árabes, al bullicio de sus gentes, al trasiego de mercancías y las miradas profundamente oscuras y turbadoras. Granada, siempre hermosa, último reducto de aquellos antepasados injustamente desdeñados y cuya sangre corre sin duda por mis venas, aunque se obstine en negarlo mi apariencia. Tierra de mestizajes, como el de estos amigos que, desde las cálidas tierras mediterráneas y los fríos alpinos, han visto converger sus caminos y tomado un nuevo rumbo, probablemente incierto -como todos- pero repleto de ilusión. 
Paseo por este entramado de deseos abruptos y felicidades inconexas, apartando brozas y matojos constreñidos por su insignificancia caduca, para descubrir, una vez más, que nos llevan aires melancólicos y nos empujan vientos desencantados. Debe ser la levedad del medio o la vaciedad contenida en el espíritu, tras la evanescencia de esas débiles llamas que surgen a lo lejos en nuestra penumbra cotidiana. 
No creo que sea muy saludable que nuestra mente reaccione a estímulos internos provenientes de nuestra imaginación. 
Con otro nombre, otro nick, otro yo.... 
Hace poco recibí un e-mail de esos que se auto reenvían y que diariamente colapsan mi correo. En la parte del "asunto" decía: ¿Tienes mente asesina? ¡Coño!, pensé, ahora me hacen la pregunta de marras y, ¡hala! a ver quién carga con mi conciencia lo que me queda de vida. 
Precisamente, Sak, de ahí que ese e-mail acaparara mi atención del resto; las "anormalidades" que pueden surgir de mentes enfermas que son incapaces de razonar cualquier otra lógica que les conduzca a conseguir su objetivo patológico obsesivo. 
Parecería que exijo lo que doy pero no es cierto, en realidad amo sin barreras ni condicionamientos excepto el de la falsedad exagerada, unas pequeñas mentiras las admito porque ya se dan por descontado desde el principio, los detalles me bajan las barreras pero si son exagerados paso de esclava a irónica déspota sin empacho.